miércoles, 27 de noviembre de 2013

Invita la casa. Hoy: sencillamente, Alvite

Querido Carlos Herrera:

Por primera vez no puedo culpar de mi ausencia a la desidia, ni alegar que una monada ciega de Denver me salió al paso y sin motivo alguno se encaprichó conmigo. Tampoco me servirá de excusa la vieja historia de cuando era un niño muy delgado y el viento al azotar me levantaba del suelo y me cambiaba de acera, de raza y de familia.

Esta vez es el cáncer, amigo Herrera, esa cosa que yo pensaba que en mi caso sólo podría ser una mancha que, puesto en lo peor, haría una metástasis como de tebeo en la tapicería del coche. Cáncer de colon y cáncer de pulmón. Dos golpes en un solo mazazo. Fue algo desproporcionado, como encontrar un centollo en el interior de una almeja, pero, ¡qué demonios!, tantos años entre el humo del Savoy me enseñaron que la penumbra te salva del disgusto de que con la luz descubras que en la cola del piano no estaba sentada la mujer con la que contabas, sino el tipo impasible que viene a precintar las manos del pianista.

Es una de esas veces en mi vida que la peor noticia no me la da Hacienda. ¡Qué quieres que te diga!, el caso es que lo he encajado sin pestañear, no porque sea un valiente, sino, sencillamente, porque siempre supe que el mío en la vida sería un viaje en el que inesperadamente al tren se le acabarían por detrás el humo, y por delante, las vías. No sé, Carlos, amigo mío..., estas cosas ocurren y seguro que tienen algún sentido. Dice mi oncólogo que "la situación es muy comprometida" y eso significa que mi buena suerte puede haber cambiado a peor y que la vida ya no me dará la siguiente patada en el culo apócrifo de otro hombre. No importa. Ojalá pueda volver a tu lado. Y si no vuelvo, por favor, piensa que fue sólo porque me empeñé en el estúpido sueño de llegar por ferrocarril a una ciudad sin tren.

Hoy, 27 de noviembre, en La Razón.







Por cierto, un colega tuyo dice que te puedes quedar a vivir en su coche.

Mucha suerte maestro y un fuerte abrazo.

8 comentarios:

Mari Carmen dijo...

No sé si estoy interpretando bien tu escrito de hoy, miércoles:
¿Estoy entendiendo que eres tú el protagonista del artículo, en serio?

Recibes mi afecto, valoración y desde la esperanza, espero que puedas superar con bien todo...

¡No puede ser!

Un abrazo.

Zapateiro dijo...

Puto cáncer y puta sociedad a la que le importa una mierda la ciencia.

Er Tato dijo...

Ante todo pido disculpas por si la entrada ha podido llevar a confusión, pero no, Mari Carmen, por suerte pafra mí, no soy yo, pero es un periodista y escritor al que admiro y sigo desde hace tiempo, y la noticia me ha impactado.

Se trata de un artículo que ha escrito hoy en el diario La Razón dirigido a su gran amigo Carlos Herrera.

Lo dicho, no me di cuenta de que la entrada podía ser malinterpretada, y reitero mis disculpas.

Un abrazo

Er Tato dijo...

Pues sí, Zapateiro, tanto dinero derrochado y descuidamos lo importante.

Todos hemos vivido o viviremos de cerca, tarde o temprano, un drama de este tipo, pero ya sabes lo que ocurre, todos pensamos que estas cosas siempre le pasan a otro.

Besos

Mari Carmen dijo...

Jamás me he alegrado tanto de una equivocación. Si bien cualquier persona que padezca esa enfermedad me solidarizo y me estremece a la vez.

Yo perdí a mi hermano a causa de esta traicionera, cruel taimada enfermedad, (cuando fue al médico, ya eataba muy avanzado).

Cuidemosno y a vivir la vida lo mejor pasible.

Me encanta tu blog.

Un abrazo.

Juanma dijo...

Qué mierda, no sé ni qué decir. Se me ocurre que le debemos, tú y yo, buenos momentos literarios y blogueros. Él es el origen de tus historias de taberna y de mi querido Juan Manteca. Qué mierda.

Abrazos.

Er Tato dijo...

Muchas gracias Mari Carmen.

Un beso

Er Tato dijo...

Pues sí, Juanma, pero esto es lo que hay.

Y en efecto, las historias de la taberna y el personaje de Juan el Manteca son sin duda alguna deudores del maestro Alvite.

Un fuerte abrazo