jueves, 7 de noviembre de 2013

El manifiesto de los 343 salauds (es que suena mejor en francés...)

Sobre este asunto ya he manisfestado mi opinión al menos en un par de ocasiones. Una y otra. Ahora, unos cuantos intelectuales -o lo que sean-, del país vecino han suscrito un manifiesto sobre el mismo asunto para protestar contra un proyecto de ley que castiga a los clientes de las prostitutas, pero sin prohibir formalmente la prostitución. 

Como un servidor también podría adherirse a su contenido sin el más mínimo problema moral aunque jamás haya pagado por esos servicios, aquí lo dejo por si a alguien le interesa. Lo pueden leer en versión original o conformarse con la traducción. Total, vienen a decir lo mismo...


"En materia de prostitución, somos creyentes, practicantes o agnósticos.

Algunos de nosotros han ido, van o irán de «putas», y no se avergüenzan de ello.

Otros, que nunca han sido personalmente clientes (por razones que sólo a ellos les competen) nunca han tenido y nunca tendrán el comportamiento ciudadano de denunciar a aquellos de sus semejantes que recurren al amor tarifado.

Homosexuales o heterosexuales, libertinos o monógamos, fieles o volubles, somos hombres. Eso no nos convierte en los frustrados, perversos o psicópatas que describen los defensores de una represión disfrazada de lucha feminista. Paguemos o no por relaciones carnales, bajo ningún pretexto lo haríamos sin el consentimiento de nuestras parejas. Pero consideramos que cualquiera tiene derecho a vender libremente sus encantos, y que incluso le guste. Y rechazamos que los diputados dicten normas sobre nuestros deseos y nuestros placeres.

No nos gustan ni la violencia, ni la explotación, ni el tráfico de seres humanos. Y esperamos que los poderes públicos hagan todo lo posible para luchar contra las redes y sancionar a los proxenetas.

Amamos la libertad, la literatura y la intimidad. Y cuando el Estado se mete en nuestros pantalones, las tres están en peligro.

Hoy la prostitución, mañana la pornografía: ¿qué se prohibirá pasado mañana?

No cederemos ante las ligas de la virtud que están en contra de las mujeres (y los hombres) de poca virtud. Contra lo sexualmente correcto, pretendemos vivir como adultos.

Todos juntos, proclamamos:

¡No toques a mi puta!"


12 comentarios:

Dyhego dijo...

Lo de multar a los "clients", creo que ya está en vigor en Suecia.
A este paso el que (o la que) recurra a las prostitutas va a ser más perseguido, multado y peor mirado que una terrorista del calibre de la pájara que han puesto en la calle...
Pues en el Congreso y en el Senado es donde más diputados y diputadas hay...

Er Tato dijo...

No Dyhego, te equivocas, en el Congreso y en el Senado están los clientes, los puteros...

Y ya sabes quiénes somos a quienes les dan.

Saludos

Dyhego dijo...

Por si acaso, me pongo "dodotis" y ando con el culillo apretado por si acaso, jejeje.

Anónimo dijo...

No me gustan las prohibiciones. No me gusta los políticos (salvo contadas excepciones) No me gus-tan los proxenetas. No me gusta que haya esclavas de la prosti-tución (las de a pie de calle). No me gustan los liberales (ninguno). No me gustan los financieros. No me gusta la clase de empresario que tiene España, ni su religión.
Sí, yo también firmo el manifiesto.

Er Tato dijo...

Bien, Anónimo, veo que tienes las ideas claras: no te gustan las prohibiciones ni tampoco los liberales.

Saludos

Juanma dijo...

No pondré bien el enlace, para variar. Me gustó este artículo del otro día en relación a esto: http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/786/putas-chulos-y-ayuntamientos/

Abrazos.

Er Tato dijo...

Pues sí, Juanma, también se podría firmar. A mí me gusta más que el manifiesto este de los gabachos...

Más abrazos

Rosa Ortega Díaz dijo...

Tato, yo leo las vallas publicitarias de esta nuestra ciudad a colación del tema, y no sé cómo no me he dado un trompazo con el soporte piblicitario.

"Entras como cliente, sales como cómplice.¡Piensa con la cabeza!
- Pero si eso es lo que hago. ¿Con qué cabeza? ¿En qué cabeza tiene que caber esa valla?

"¡Tan poco vales que tienes que pagar!"
- ¿Y lo que tú has pagado por esa publicidad que yo pago?

"No pagues sexo, los seres humanos no son mercancía".
- Pero si tú, ser humano, del congreso o del senado, eres la primera mercancía que cobra de mi cartera.

Doble, triple moral tenemos. Ya lo sabemos. Que la prohíban, si tiene cojones. Pero no tienen. Tiene cartera que echarse a la mano y soporte publicitario. Mucho soporte.

Rosa Ortega Díaz dijo...

Pagamos por los servicios públicos honestos. Pero nos joden.
Y pienso con la cabeza, valgo, y no soy mercancía.

¿Quién multa a quién)

Er Tato dijo...

Hola Rosa, benvenida a la taberna. No recuerdo haberte visto antes por aquí, así que, como ya es costumbre, a la pimera invita la casa.

Saludos

Gulliver dijo...

Prostitución. Un muy noble y virtuoso oficio.
En cualquiera de los oficios laborales a los que nos dedicamos, el producto que intercambiamos por dinero (es decir que vendemos) es generado mediante la actividad de nuestro cuerpo; con alguna de las partes de nuestro cuerpo (el cantante, que utiliza sus cuerdas bocales) o con varias (la administrativa que trabaja en el ordenador con sus ojos sobre la pantalla, la mano sobre el ratón y el culo sobre el asiento. Algunos de los trabajos requieren una mayor aportación de nuestra actividad intelectual (cerebro); otros, bastante menos; el resto muy poca o casi ninguna actividad intelectual. Si incluimos en el significado de concepto vender, no solo el producto, el bien, el servicio, que intercambiamos por dinero, sino los elementos físicos con que los producimos, queda claro que todos los seres humanos vendemos nuestro cuerpo.
De todas las actividades laborales remuneradas (es decir vendidas) que llevamos a cabo, la mayor parte no nos provee de satisfacción alguna, ni de ninguna otra gratificación que no sea la puramente económica; pero además una gran parte de los productos elaborados con ellas son inútiles o tienen escasa aportación en satisfacer las necesidades fundamentales de las personas. En el comercio de la prostitución el producto que se cambia por dinero (se vende) ocasiona, generalmente, a su comprador una de las mayores satisfacciones emocionales, que a la especie humana le es dado experimentar. La persona, que paga por practicar el sexo con otra, lo hace para recibir a cambio uno o varios de estos beneficios: compañía, consuelo, placer, relajación fisiológica. En determinados casos, estos beneficios resultan notablemente beneficiosos e, incluso, necesarios para el individuo. Por otra parte la persona, que los ofrece, recibe una compensación económica generalmente más sustanciosa que la de la mayoría de otras actividades; sin que dicha actividad represente objetivamente una experiencia mucho más penosa que la generalidad de otros trabajos.
Por lo tanto, si a nadie se le ocurre la insensatez de -por ejemplo- ilegalizar las joyerías, o de perseguir a sus clientes, en base a que su existencia genera actividades delictivas e, incluso criminales, ¿como es posible que se pretenda justificar el castigo para quienes llevan a cabo una muy noble y muy digna actividad de intercambio, porque la incompetencia de los gobernantes no logra suprimir la delincuencia y la criminalidad que genera?

Er Tato dijo...

Bienvenido a la taberna Gulliver.

Tu último párrafo pone el dedo sobre la llaga de la ineptitud y la demagogia de nuestros gobiernos:

"Por lo tanto, si a nadie se le ocurre la insensatez de -por ejemplo- ilegalizar las joyerías, o de perseguir a sus clientes, en base a que su existencia genera actividades delictivas e, incluso criminales, ¿como es posible que se pretenda justificar el castigo para quienes llevan a cabo una muy noble y muy digna actividad de intercambio, porque la incompetencia de los gobernantes no logra suprimir la delincuencia y la criminalidad que genera?"

Saludos