El inefable Rubalcaba ha dicho en Cataluña -¿dónde si no?-, que va a proponer cambios legislativos para impedir que el Tribunal Constitucional pueda corregir un Estatuto que haya sido avalado en referéndum.
Lo que propone sería preocupante si no fuera porque el propio Tribunal Constitucional se ha encargado de arrastrar por el estiércol su independencia durante los últimos lustros. Sin embargo, no deja de causar vergüenza ajena, sobre todo por el desparpajo con el que se plantean ya estas cuestiones, que el poder ejecutivo quiera maniatar aún más a este órgano constitucional. Si lo que se apruebe en un referéndum no va a poder ser controlado por quien tiene la misión de verificar que las leyes se adecuen a nuestra Constitución, que Dios nos coja confesados.
No debe olvidarse que a la Constitución estamos sometidos todos, los ciudadanos y los poderes legislativo, judicial y ejecutivo, y que el órgano encargado de que ello sea así es nuestro Tribunal Constitucional. Si empezamos por la exclusión del pueblo a ese sometimiento, ¿cuánto van a tardar nuestros políticos en legitimar también la suya?
Sería bueno que Rubalcaba explicara cómo va a modificar el Título IX de nuestra Ley de leyes para llevar a cabo su propuesta. Si va a consultar al pueblo, o si la va a hacer como la última reforma constitucional, marginando a ese pueblo cuya opinión le parece ahora tan sagrada como para que no sea sometida a la propia Constitución.
Y por cierto, ¿qué ocurriría si, hecha la reforma que plantea Rubalcaba, un Estatuto de Autonomía proclamara la independencia de su territorio y fuera aprobado por los ciudadanos de esa Comunidad Autónoma en referéndum?
¡Menudo trilero está hecho el señor Rubalcaba...!
Lo que propone sería preocupante si no fuera porque el propio Tribunal Constitucional se ha encargado de arrastrar por el estiércol su independencia durante los últimos lustros. Sin embargo, no deja de causar vergüenza ajena, sobre todo por el desparpajo con el que se plantean ya estas cuestiones, que el poder ejecutivo quiera maniatar aún más a este órgano constitucional. Si lo que se apruebe en un referéndum no va a poder ser controlado por quien tiene la misión de verificar que las leyes se adecuen a nuestra Constitución, que Dios nos coja confesados.
No debe olvidarse que a la Constitución estamos sometidos todos, los ciudadanos y los poderes legislativo, judicial y ejecutivo, y que el órgano encargado de que ello sea así es nuestro Tribunal Constitucional. Si empezamos por la exclusión del pueblo a ese sometimiento, ¿cuánto van a tardar nuestros políticos en legitimar también la suya?
Sería bueno que Rubalcaba explicara cómo va a modificar el Título IX de nuestra Ley de leyes para llevar a cabo su propuesta. Si va a consultar al pueblo, o si la va a hacer como la última reforma constitucional, marginando a ese pueblo cuya opinión le parece ahora tan sagrada como para que no sea sometida a la propia Constitución.
Y por cierto, ¿qué ocurriría si, hecha la reforma que plantea Rubalcaba, un Estatuto de Autonomía proclamara la independencia de su territorio y fuera aprobado por los ciudadanos de esa Comunidad Autónoma en referéndum?
¡Menudo trilero está hecho el señor Rubalcaba...!
6 comentarios:
Tato, las comparaciones son odiosas. Po no tiene categoría el Ratón Pérez de verdad para que le apliques su nombre a un cualquiera.
Desde luego que no sabes como picar al Ridao.
Un abrazo
Tienes razón, Rafael, las comparaciones son odiosas. Y sí, cuando se me ocurrió el título me acordé de la racanería del ínclito Ridao. ;-)
Un abrazo
No se puede ser meretriz y presumir de himen. Si no se respetan ellos mismos, ¿como demonios quieren que les respeten los ciudadanos?
Saludos.
Lo que más me cabrea es que estas estupideces salgan de alguien formado y ducho en esto de la política nacional como Rubalcaba. ¡Qué no llegarán a decir los cientos de sinservir que abundan en los partidos mayoritarios!
Pues eso digo yo, Juan Carlos. De todas formas, la respuesta a tu pregunta, dentro de un mes.
Saludos
Para que veas, Zapateiro, que el ansia de poder, como Bob Esponja, entontece.
Besos y cervecita fresquita
P.S.: ¡¡¡Viva er Betis, coño!!!
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