"Las características de gravedad y cronicidad de las patologías en que están indicados los medicamentos que están incluidos en el Anexo a esta resolución aconsejan que la aportación por parte del beneficiario sea reducida pues de otro modo se producirían situaciones de inequidad por comparación a los medicamentos de aportación reducida que se dispensan habitualmente en las oficinas de farmacia." (El BOE, corrigiendo situaciones de inequidad por elevación... y sin una sola coma; del tirón y sin respirar, oigan)
Nunca me ha gustado el copago sanitario, esa especie de tabla rasa que trata igual -¡ay, ese igualitarismo tan de progre...!-, al que abusa y al que no, al pícaro y al necesitado. Porque debiera bastar una buena gestión y un control adecuado para separar el polvo de la paja. La manifiesta incapacidad de nuestros políticos para embridar el abuso, todos los abusos -y, por qué no decirlo, la picaresca de muchos compatriotas orgullosos de su sinvergonzonería pública y aplaudida-, desembocó en el copago sanitario. Y en otros copagos y repagos. Siempre el camino fácil, siempre el atajo de los ineptos.
Ahora se ha dado un paso más hacia la desigualdad de oportunidades, hacia la ignominia de nuestro gobierno. Y ya no se trata de atajar el abuso, de existencia casi imposible por la propia naturaleza del supuesto -son medicamentos controlados que se dispensan en los propios hospitales, no en las farmacias, a enfermos graves o crónicos debidamente diagnosticados-, sino de recortar gastos recortando de paso esperanza y calidad de vida a quienes tengan la doble desgracia de ser pobres y estar gravemente enfermos.
Sólo hay que echar un vistazo a los prespuestos de todas las administraciones públicas para comprobar dónde se han producido los recortes y dónde no. En ellos, las prioridades de nuestros gobiernos -nacional, autonómicos y locales-, aparecen nítidas y cristalinas. Y resulta evidente que no son el bienestar del ciudadano de a pie. Como ya se dijo alguna vez por aquí, por sus presupuestos los conoceréis...
Nunca me ha gustado el copago sanitario, esa especie de tabla rasa que trata igual -¡ay, ese igualitarismo tan de progre...!-, al que abusa y al que no, al pícaro y al necesitado. Porque debiera bastar una buena gestión y un control adecuado para separar el polvo de la paja. La manifiesta incapacidad de nuestros políticos para embridar el abuso, todos los abusos -y, por qué no decirlo, la picaresca de muchos compatriotas orgullosos de su sinvergonzonería pública y aplaudida-, desembocó en el copago sanitario. Y en otros copagos y repagos. Siempre el camino fácil, siempre el atajo de los ineptos.
Ahora se ha dado un paso más hacia la desigualdad de oportunidades, hacia la ignominia de nuestro gobierno. Y ya no se trata de atajar el abuso, de existencia casi imposible por la propia naturaleza del supuesto -son medicamentos controlados que se dispensan en los propios hospitales, no en las farmacias, a enfermos graves o crónicos debidamente diagnosticados-, sino de recortar gastos recortando de paso esperanza y calidad de vida a quienes tengan la doble desgracia de ser pobres y estar gravemente enfermos.
Sólo hay que echar un vistazo a los prespuestos de todas las administraciones públicas para comprobar dónde se han producido los recortes y dónde no. En ellos, las prioridades de nuestros gobiernos -nacional, autonómicos y locales-, aparecen nítidas y cristalinas. Y resulta evidente que no son el bienestar del ciudadano de a pie. Como ya se dijo alguna vez por aquí, por sus presupuestos los conoceréis...
6 comentarios:
¿Las medicinas contra la estupididad, imbecilidad, cretinidad, sinvergüencidad e hijoputidad de nuestros políticos tendrán también copaguidad?
¡Mala sarna les entre a todos y a todas!
La medicina contra eso somos, o debiéramos ser, los ciudadanos, Dyhego.
Pero les hemos permitido demasiado, nos hemos dejado querer mientras el colchón era mullido y los días festivos. Hemos llenado las urnas del agradecimiento de nuestros estómagos y la ceguera interesada. Y ahora, cuando la enfermedad está ya muy avanzada, queremos curarla con aspirinas.
En el pecado llevamos la penitencia.
Saludos
Admiro mucho tu blog, sobre todo, valoro tu decidida y valientes denuncias que te apoyo en ellas y me solidarizo con nuestros compatriotas que menos tienen, especialmente lo que ya NADA tienen.
Hay que arrojar a estos impresentables de los altos cargos que con engaños y sinvergonzonería lograron, no son dignos de representarnos y nos han suprimido de todo lo conseguido con el sudor, privaciones, sufrimientos y sacrificios de nuestros padres y nosotros mismos.
¡¡¡Ya no podemos más, fuera!!!
Afectuosamente.
Bueno Mari Carmen, no me gustan las barricadas, ni los ¡fuera!, ni los ¡hay que echarlos!
Creo que el sistema permite a los ciudadanos cambiarlo desde dentro si los ciudadanos empezamos a tomarnos en serio, si somos críticos, sobre todo con los nuestros, si usamos un poco de nuestro tiempo en estar verdaderamente informados -que no consiste en leerse el MARCA todos los días, ni en ensimismarse con las tertulias políticas de la Sexta o de Intereconomía-, si dejamos de creer que la democracia es sólo votar cada cuatro años, si somos verdaderamente exigentes con nuestros políticos, y no sólo de boquilla.
Por ejemplo, ocasionalmente aparece un anónimo por aquí -muy simpático él...-, al que le preocupa más cuántas veces critico a la izquierda que los fundamentos de dicha crítica, y que, por supuesto, nunca aplaude cuando pongo a parir, también con argumentos, a la derecha. Tengo familiares cercanos y amigos que jamás votarían a otro partido que no sea el PSOE o IU, hagan lo que hagan, y que cuando se quedan sin argumentos, acuden a la fe o al y tú más. También los hay idénticos en el PP. Cuando la ideología se convierte en religión, en la capa que todo lo tapa, llegamos exactamente a donde estamos.
En todo caso, respeto tu opinión y te agradezco tu comentario en lo que de halago inmerecido tiene.
Un saludo
Tienes razón, eso para empezar. Ayer me encontraba muy indignada,debido a un asunto sobre la Sanidad Pública muy significativo que es para clamar al Cielo.
A mí tampoco me gusta los "fuera". Ya en la urnas tendremos esa oportunidad. Lo siento, ¡Ay que ver lo que los nervios crispados nos hace disparatar.
Pero que fue con engaños y sinvergonzonería, lo estamos viendo a diario, ahora me expreso serenamente y lo pienso y siento así, pero por ética y educación, retiro lo demás, así me enseñaron mis padres y la Escuela a la que asistí.
Me reafirmo en la valoración muy positiva de tu blog, que tanto nos aporta a todos.
Afectuosamente
Gracias de nuevo, mari carmen. Y no por darme la razón, sino por el talante.
Aunque no sea éste el caso, es obvio que discrepar no está reñido con la buena educación.
Saludos
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