Leía ayer en la prensa al presidente de la Academia de Cine afirmar lo siguiente: "Hace años, cuando el IVA estaba al 8%, ya dije, y nadie me lo pudo rebatir, que por cada euro que el Estado invierte en cine recibe 3,5 euros. Y ahora, con el IVA al 21%, muchísimo más. Esa es la verdad”.
No sé si será verdad, pero no era de eso de lo que quería hablar hoy, sino de las subvenciones en general y de la falacia que se usa en el artículo para insinuar, cuando no afirmar categóricamente, que al Estado le sale rentable subvencionar el cine porque recibe más de lo que le regala, que no otra cosa es una subvención.
Presentar como algo extraordinario lo que es normal está de moda. Que un sector de actividad sea contribuyente neto al Estado, que pague más de lo que recibe, es lo normal, ¿quién pagaría los servicios prestados por el Estado si no fuera así? Por otro lado, el artículo manipula descaradamente: el IVA, que es el referente usado para llegar a la falaz conclusión, no lo paga la industria del cine, sino el consumidor final, el ciudadano que va al cine.
Cuando una empresa necesita una subvención para obtener beneficios, para generar riqueza aparente, es que esa empresa no debería existir. Y si una empresa, por cada euro que le regala el Estado es capaz de devolverle 3,5 euros, es que no necesita subvención.
No sé si será verdad, pero no era de eso de lo que quería hablar hoy, sino de las subvenciones en general y de la falacia que se usa en el artículo para insinuar, cuando no afirmar categóricamente, que al Estado le sale rentable subvencionar el cine porque recibe más de lo que le regala, que no otra cosa es una subvención.
Presentar como algo extraordinario lo que es normal está de moda. Que un sector de actividad sea contribuyente neto al Estado, que pague más de lo que recibe, es lo normal, ¿quién pagaría los servicios prestados por el Estado si no fuera así? Por otro lado, el artículo manipula descaradamente: el IVA, que es el referente usado para llegar a la falaz conclusión, no lo paga la industria del cine, sino el consumidor final, el ciudadano que va al cine.
Cuando una empresa necesita una subvención para obtener beneficios, para generar riqueza aparente, es que esa empresa no debería existir. Y si una empresa, por cada euro que le regala el Estado es capaz de devolverle 3,5 euros, es que no necesita subvención.
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