lunes, 27 de abril de 2009

Los brillos falsos de un iluminado

Nuestro presidente ha dejado ya de ser un gobernante de sonrisa bonachona, ojos angelicales y cara de bobo relleno de ocurrencias, para convertirse en un peligro real para el país. Él, su gobierno y el partido que lo sustenta. Un tipo que se niega, no ya a plantear, sino siquiera a debatir sobre las reformas estructurales que necesita este país si no es con la aquiescencia de los sindicatos es, como poco, un cobarde. El diálogo y el acuerdo con los agentes sociales son deseables, pero no pueden convertirse en un fin en sí mismos. Los ciudadanos no hemos votado a los sindicatos y los empresarios, ni son nuestros representantes.

Algo parecido, aunque con menos contundencia, reprochaba hace poco Jordi Sevilla en su blog -es curiosa la dosis de sentido común que les inyectan cuando le colocan el ex delante-, a quienes demonizan el debate y el intercambio de ideas. Su último párrafo debiera ser escrito cien veces en la pizarra, a modo de castigo, por muchos de los que pastan en nuestras instituciones.

Un ejemplo. Con más de cuatro millones de parados no se atisba el menor debate serio sobre la reforma del mercado laboral. Apenas alguna boutade. "Con 800.000 desempleados más no se puede decir que el despido sea caro", ha dicho la vicepresidenta Salgado. Como le ha recordado el presidente -"el empleo que se destruye es el precario y temporal"-, y ratifica la propia EPA, en el último trimestre se han destruido más de 500.000 empleos temporales y desde Enero de 2.008 más de un millón, mientras que los indefinidos se han mantenido prácticamente estables. Así que, con los datos en la mano, señora Salgado, o todos los que tenían empleos temporales eran peores trabajadores que los indefinidos, o el coste del despido es una barrera que impide el ajuste racional de las plantillas cuando la circunstancias lo requieren. Elija usted.

Y al hilo de esta última reflexión ¿le parece bien a nuestro gobierno esa dualidad del mercado laboral, que obliga a seleccionar a los trabajadores a los que se despide en función del coste de despido y no de su productividad, formación o valor añadido aportado a la empresa? Si el 43% de las empresas de nuestro país tiene menos de 10 asalariados y poco menos del 6% tiene más de 10 ¿cree realmente que el coste del despido no es una importante barrera para la contratación indefinida por parte de todos esos pequeñísimos empresarios que conforman la mayor parte de nuestro tejido productivo? Un menor coste de despido no sirve sólo para abaratar el despido -a veces se siente uno ridículo afirmando obviedades-; también sirve para que trabajen los mejores y para crear más puestos de trabajo. Quienes afirman que un despido más barato implica necesariamente una menor protección social, andan ciertamente faltos de capacidad e imaginación para gobernarnos.


domingo, 26 de abril de 2009

Justos por pecadores y el canon de los haraganes

La Ley de Propiedad Intelectual (LPI) reconoce el derecho a la copia privada de aquellas obras a las que el ciudadano haya accedido legalmente. También contempla la obligación -realmente dice que son los fabricantes de equipos y soportes quienes la tienen-, de ése mismo ciudadano de compensar económicamente al autor de la obra.

En estos tiempos en los que determinados colectivos con intereses en el asunto y oscuros métodos de gestión están solicitando con insistencia al gobierno leyes similares a las que ya están en vigor en Francia para que se controle el tráfico en internet, no me resisto a subrayar la iniquidad de esa ley.

Para empezar, sería conveniente aclarar que la descarga desde internet de contenidos protegidos sin autorización de su autor no es una forma de acceso lícita a esa obra, lo que impediría enarbolar el derecho de copia privada para justificar la legalidad de la misma. La forma más habitual de acceder lícitamente a las obras es su adquisición, pero incluso en este caso la ley obliga a pagar por realizar una copia privada. ¿Por qué?

Cuando compro una obra, lo que realmente adquiero, más allá del objeto que le sirve de soporte físico -vinilo, papel, cd...-, es el derecho a disfrutarla, a solas o en un entorno doméstico, prestarla, regalarla, cambiarla de formato, copiarla, siempre que sea para mi propio uso, tirarla a la basura... Entonces ¿por qué debo pagar de nuevo al autor por grabar, por ejemplo, una selección de sus canciones en otro soporte, aunque el uso que haga de éste sea el mismo por el que ya he pagado? ¿Y por qué debo pagar también a ese autor por usar esos soportes como continentes de otras obras aunque no sean suyas o su autor haya decidido no ejercer su derecho de propiedad?

Establecido y asumido por la fuerza el abuso que supone el canon, la nueva batalla se llama P2P, ese protocolo que permite compartir en la red toda clase de información. Es cierto que no es legal descargarse obras sobre las que su autor ha decidido ejercer los derechos de propiedad que la ley le otorga, pero no es menos cierto que el alto grado de despotismo e injusticia que representa el canon implantado por la nueva LPI resta legitimidad, si no formal, sí ética a los autores y explica, más allá de cuestiones económicas, el amplio rechazo social a considerar delincuente a quienes usan las redes P2P para intercambiar obras protegidas.

Y a todo ello cabría añadir cuestiones como la falta de transparencia en el reparto de lo recaudado, agravada por el hecho de que quienes parten y reparten, además de llevarse la mejor parte, son sociedades privadas a las que el gobierno permite usurpar la función recaudadora que únicamente compete al Estado en sus distintos niveles. O el hecho de que, lejos de compensar a los creadores para que puedan vivir dignamente de su trabajo, se beneficie a unos pocos para que vivan a cuerpo de rey -la SGAE repartió en 2007 el 75% de los recaudado entre sólo el 1,73% de los autores-, rodeados de lujos y sin dar más de dos palos al agua. O la pretensión de muchos de vivir básicamente de derechos de autor en lugar de sudar la camiseta en conciertos, artículos, conferencias, nuevos discos o libros. O las enormes subvenciones que el mundo de la cultura, a veces con el único mérito de sus deméritos, se lleva de nuestros impuestos.

Por tanto, sí a una remuneración justa a los creadores y autores -¡faltaría más!-, pero con unas reglas de juego cristalinas y sin atajos inicuos. Debieran los autores sumarse a las oportunidades que las nuevas tecnologías les brindan, en lugar de intentar poner puertas al campo. Haciéndolo, ganarían poder de negociación frente a las multinacionales que les compran sus derechos por tres perras, obtendrían mayores ingresos y abaratarían el acceso a sus obras convirtiendo la piratería en una actividad marginal.


sábado, 25 de abril de 2009

¿Cambio de ritmo?

"Seguiremos luchando contra la crisis con toda determinación, pero empezamos ya a pensar y diseñar lo que será el escenario de la recuperación. Ese es el cambio de ritmo" (Elena Salgado, Vicepresidenta económica)

Esperaron a que estuviéramos completamente zambullidos en la crisis, casi a punto de ahogarnos, para acusar recibo de su existencia. Ya están trabajando para aprovechar un escenario de recuperación que ni siquiera se intuye en el horizonte. Ven antes la recuperación en el ojo ajeno que la crisis en el propio. Ojalá esta vez lleven razón y ande este tabernero errado. Sin hache, que hay mucho mamón suelto por ahí.


viernes, 24 de abril de 2009

Unanimi(e)dad y desvergüenza de destrucción masiva

El Parlamento anda siempre huérfano de unanimidades, salvo cuando se trata de subirse el sueldo sus señorías. O de garantizarse prebendas. O de darse golpes de pecho políticamente correctos. Por eso, que ayer sólo hubiese un voto en contra -el de la valerosa Rosa Díez-, una abstención y trescientos veinticuatro votos a favor de un real decreto ley que concede garantías a Caja Castilla-La Mancha por valor de nueve mil millones de euros -¡un billón y medio de pesetas!-, me tiene mosqueado. Porque ¿en cuál de las tres situaciones mencionadas se puede encuadrar esta cuasi unanimidad?

Ya he dicho en varias ocasiones que, en mi opinión, hay que dejar caer a quienes han gestionado mal. Que el mercado drene sus excesos. Que no se cosan las heridas con el pus dentro. ¿Qué es eso de que el mercado ha fallado si ni siquiera se permite que actúen los mecanismos automáticos de saneamiento que el propio mercado tiene? ¿Acaso la situación de las Cajas de Ahorros en general, y de ésta en particular, gestionadas por políticos, es el resultado del libre mercado, eternamente ausente del sistema financiero? ¿Qué pasaría si no se avala a esa entidad financiera? Es posible que hubiera que liquidarla ¿y qué? Que el Estado garantice los depósitos a sus propietarios y juzgue a sus gestores. Punto. El resto es puro despilfarro y desvergüenza.


domingo, 19 de abril de 2009

TOC, TOC

Durante sus largos paseos matutinos nunca apartaba la vista del suelo. A pesar de ese dolor en la nuca que le acompañaba el resto del día. A pesar de no disfrutar nunca del paisaje. Pero lo prefería, murmuraba mientras limpiaba el polvo de la cómoda y lavaba sus calzoncillos por tercera vez aquella mañana. Aún lo recuerda con angustia y taquicardia. Hace dos años, un mes, tres días, dos horas y cuarenta minutos, su zapato derecho paseó por toda la casa una porción de incivilidad amarronada y olor a mierda.


sábado, 18 de abril de 2009

El Caballero inactual

En esto descubrió treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y arremetiendo contra aquellos gigantes que el sabio Frestón hubo disimulado por quitarle la gloria de su vencimiento, los derribó. Y de negrura se acicaló la noche de la comarca por varias semanas, que no siendo los molinos gigantes ni habitándolos molinera, las pocas luces del iluminado caballero fueron a estamparse contra aqueste extraño cartel: Parque Eólico Malagón I.

(Inspirado en el alter ego de un caballero empeñado en habitar otros siglos)


viernes, 17 de abril de 2009

Invita la casa. Hoy: una reflexión abierta

Que la crisis no es sólo económica, parece obvio. Que el origen de ésta hunde sus raíces mucho más allá de las acusaciones simplistas, frívolas y partidistas que se escupen a la cara políticos de uno y otro signo, también debería serlo.

Un grupo de ciudadanos lo pone negro sobre blanco en una iniciativa -reflexión abierta la titulan-, en la que invitan a la sociedad a reflexionar diciendo cosas como éstas:

"Los beneficios del Estado del Bienestar han sido erróneamente interpretados, transformando nuestra sociedad y deteriorando sus valores, comprometiendo gravemente el principio de responsabilidad de nuestros propios actos. Hemos transitado desde la cultura del sacrificio a la del menor esfuerzo posible; de la del ahorro a la del consumo; de la del ser a la del tener; del respeto y protección de la dignidad individual de la persona a la egoísta satisfacción de intereses particulares; de la previsión a la improvisación."

"Es pues necesario asentar las bases de un nuevo modelo de sociedad, en el que ética, moral y valores humanos tengan un lugar preeminente."

"Respecto a las reformas estructurales, es prioritaria una reforma educativa que garantice el nivel de formación y la futura competencia profesional de los jóvenes, y que incentive el esfuerzo, la formación humana y social e invierta en formación continuada."

"...es necesario garantizar los pilares básicos del Estado de Derecho: el respeto a la ley, el orden público y económico, el cumplimiento de los pactos y contratos, la seguridad en la reclamación de lo debido, la certeza de una resolución en tiempo y la plena independencia del poder judicial."

Aquí pueden encontrar el manifiesto íntegro y sus firmantes, por si les interesa.


A Dios rogando y con el MAFO dando

Corbacho -el ministro, no el cachondo-, anda cabreado como un mono con el gobernador del BdE. "No va a ser de ninguna de las maneras, me gustaría saber de dónde saca que vamos a acabar con déficit", ha dicho refiriéndose a la afirmación de Fernández Ordóñez de que existe tal riesgo.

¡Como si a mí me importara mucho que este año, o el que viene, la Seguridad Social registrase déficit o superávit! Lo realmente importante es si el sistema es sostenible a medio y largo plazo ¿y de eso qué opina el gobierno? ¡Ah, ya, que el que venga detrás que arree!