El debate suscitado en torno a la muerte, eutanasia para algunos y homicidio para otros, de Inmaculada Echevarría, no deja de ser una manifestación particular de otro debate, a mi juicio más amplio y trascendente, sobre la libertad individual frente a la coacción colectiva. Frente al Estado y otras organizaciones.
Perdonen la frivolidad, pero ¿por qué me obligan a ponerme el cinturón de seguridad o el casco? ¿a quién perjudica mi opción individual de no ponérmelo? Y ahórrense los manidos argumentos de los costes sociales, económicos o sanitarios. Sean algo más imaginativos, por favor. Por si no consiguieran serlo, sepan que sólo tendría que contraponerles para vaciarlos de razón, la cínica hipocresía del Estado, que aplica corsés distintos a idénticas anatomías.
La intervención del Estado se convierte en intervencionismo cuando limita innecesariamente la libertad individual. Es injusta cuando coacciona al individuo imponiéndole determinada forma de actuar en asuntos que sólo se inscriben en su esfera personal. Sin duda, la Iglesia o el Estado pueden opinar que el suicidio es un pecado mortal o un delito, pero lo que es inaceptable es que ambos pretendan transformar esa convicción en imposición.
Demasiadas asignaturas pendientes tienen los Estados como para dedicarse a la tutela individual en asuntos que sólo conciernen a nuestra conciencia. Es obvio que los que estamos a favor de que una persona pueda decidir cómo y cuándo morir, no estamos necesariamente recomendando esta opción. Es compatible defender su libertad y no compartir su decisión. Aunque la Iglesia y el Estado no lo crean. Por diferentes motivos, claro.
8 comentarios:
Yo también estoy bastante de acuerdo contigo en este caso. De hecho coincido totalmente. Siempre he visto absurdo que te castiguen por algo que sólo te perjudica a ti. Y con esto me refiero a lo del casco y el cinturón.
En lo concerniente a la eutanasia, me parece lamentable que no se le permita a una persona disponer de su propia vida como considere oportuno, cuando cada uno es dueño de sí mismo. En mi opinión, mientras una persona conserve sus cualidades mentales intactas,nadie debe decidir sobre su vida, sea lo que sea que quiera hacer con ella, mientras no afecte a nadie más. Lo que pasa es que mucha gente tiene la idea de que legalizar la eutanasia quiere decir que van a acabar con todos los tetraplégicos (por poner un ejemplo) sistemáticamente, igual que había gente que parecía pensar cuando se legalizó el divorcio que se iban a disolver todos los matrimonios quisieran o no.
Y por supuesto, estar a favor de que la gente pueda elegir no quiere decir necesariamente que se comparta su elección.
Por cierto, me he tomado la libertad (expresión muy a colación) de enlazarte en mi blog.
Creo que todos debemos de ser respetados en nuestros deseos de como vivir y como morir, pese a todos.
Lo que ocurre es cuando te topas con la Iglesia, por ejemplo, que castiga los anticonceptivos y el aborto aunque la persona perjudicada, en mi caso la madre, en el suyo el hijo, no pueda decidir libremente aunque sea pobre o sencillamente no le apetezca ser madre.
Libertad de elección, aunque no se comparta la idea.
El caso de Inmaculada Echevarría no es un caso aislado. Hay muchas personas que, desgraciadamente, tienen problemas tan graves como los de Inmaculada, y su deseo es acabar lo más rápido posible.
Es su deseo, dentro de su sufrimiento, del que solo ellos/as tienen conocimiento y lo padecen. No es asesinato, es 'libertad individual', como bien dices.
Un fuerte abrazo.
Hola, vengo del blog de D. Henry. Me ha gustado que aparezca la libertad retratada y he decidido darme una vuelta por aquí.
Soy una gran defensora de la libertad lo más importante y característico de las personas.
Considero la libertad como la capacidad de elegir entre las múltiples opciones que se nos presentan. Es un ámbito tan personal que cada uno individualmente debemos responsabilizarnos de nuestra propia libertad.
A mi me importa mucho mi libertad y la cuido. Procuro estudiar, conocer opiniones distintas, buscar la verdad y no aborregarme.
Soy voluntariamente católica, me he casado libremente para toda la vida y defiendo el derecho da cada individuo a conocer la trascendencia de su vida.
Las personas somos importantes o no en relación a algo. Soy creyente y si las personas nos valoramos en relación a Dios todas en todas circunstancias lo valemos todo o nada.
Mi amor a la libertad me impide valorame en lo más íntimo en relación con parámetros sociales, profesionales, o ecónomicos. Ante Dios tods valemos lo mismo: una inmensidad y por ello dió la vida por nosotros.
La importancia y la trascencia de nuestra vida es tan inmensa que por estar física o mentalmente mermados no dejamos de ser "valiosos".
Menudo rollo acabo de escribir. Eso es lo que debes pensar. Estoy de acuerdo, es un rollo, pero para mi la base de mi el fundamento de mi libertad es que Dios nos ha creado libres para poder amar y es la única cualidad que nos distingue de los animales.
Ay!! Se me acumula el trabajo. Un blog más a visitar.
Un saludo
Recuerdo un chiste que leí hace poco en algún periódico.
"De ahora en adelante, cuando veamos que alguien intenta tirarse desde un sexto piso ¿llamamos a los bomberos para que se lo impidan o a los de la muerte digna para que le empujen?
Si algún día se me ocurriera la tentación de poner fin a mi vida, qué vida más pobre sería. Y si pidiera el suicidio, en el fondo estaría pidiendo compañía, compasión, una razón para vivir.
¿Derecho al suicidio, a perder todos los derechos y todas las libertades? ¿Y por qué no el derecho a vender un riñón, a ser esclavo?
Si el hombre es solo libertad, no es nada.
Su dignidad desaparece.
Interesante aportación, Enrique. A diferencia de mí, que no me defino al respecto en mi artículo, tú te posicionas claramente en contra del suicidio, como era de esperar. Incluso en contra de la libertad para optar por esa opción. Esto último me lo esperaba menos.
Esa libertad es la misma que permite a las personas optar por creer o no en Dios. Hay quienes piensan, no es mi caso, que quien cree en Dios es menos libre, es más débil o está manipulado ¿si la mayoría estuviera convencida de esto habría que limitar la libertad personal prohibiendo el catolicismo?
El hombre que es sólo libertad, si existe, es un hombre incompleto, pero ES. Suficientes condicionantes sociales, morales y "ambientales" tiene la libertad individual (¿realmente existe el libre albedrío?) como para limitar su ejercicio cuando sea inocuo para la colectividad.
En cuanto a la dignidad, su existencia es improbable en ausencia de libertad. En todo caso, el carácter subjetivo de la propia dignidad recomienda no hacer afirmaciones tan absolutas sobre la misma.
Excelente golpe de efecto con la música querido Tato.
Un fuerte abrazo.
Lo mismo le digo, un toque exquisito.
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