Hay quienes confunden la privatización de la gestión de los servicios públicos con la conversión de los servicios públicos en privados. También hay quienes son incapaces de distinguir qué debiera ser público y qué privado. Y hasta quienes, como los comunistas, desearían que todo fuera público, colectivo, homogéneo, igualitario, monótono, aburrido. Pero no se engañen, de esos comunistas ya no quedan, o al menos no si les toca gestionar la escasez y no disponen del suficiente poder -¡toquemos madera!-, como para atracarle a los ciudadanos sus libertades y sus dineros.
Eso le ha debido pasar al comunista Rodrigo Torrijos, ese colectivista de las mariscadas pagadas a escote ajeno que rige los destinos de mi querido ayuntamiento sevillano al alimón con su alter ego, el micológico Monteseirín, aunque ambos perdieran las elecciones de 2007. Y es que resulta que el señor Torrijos convocó un concurso público para privatizar la gestión de tres centros deportivos de la ciudad dependientes del Instituto Municipal de Deportes -uno de ellos en mi barrio-, a cambio del pago al ayuntamiento de un canon anual y el cobro de unas tarifas y precios autorizados por la autoridad.
Bienvenidos pues al asqueroso capitalismo y al pérfido mercado. ¿Veis como os tenían engañados y no duele?
4 comentarios:
¡Coño, Tato, si hasta hace tres meses éramos vecinos! De Torrijos mejor ni hablar, tiene pinta de comunistillo barrigón de pacotilla, digno representante de nuestra extrema izquierda, que ha perdido el norte, el sur, el este y el oeste.
Un abrazo.
¿Éramos vecinos? ¿Y por qué has empeorado? ;-)
Otro abrazo
Habrá tenido que meterse el pobre un atracón de nécoras para pasar el mal trago.
Saludos.
PD: (qué sería de los restaurantes de lujo sin ediles y directivos de empresas municipales).
Desde luego, esto con Franco no pasaba, Juan Carlos. ;-)
Saludos
Publicar un comentario