Un interesante debate surgido en el artículo denominado "Parasitando la palabra ajena .....con perdón" de este mismo blog, junto con el comienzo de la campaña de la renta, me han impulsado a intentar hacer algo de pedagogía con el sistema impositivo de nuestro país. Tranquilos, no salgan huyendo. Centraré todo mi esfuerzo en hacerlo interesante. Ameno, pero riguroso. Ya me dirán si lo he conseguido o ha sido un ladrillo.
Comenzaré con una breve descripción de la estructura impositiva que, a quien se haya interesado un poco por estas cuestiones, le resultará obvia, pero que creo imprescindible para los que se acerquen por primera vez a ellas. Los datos se refieren al año 2004 por ser el único del que se dispone de datos detallados, pero no varían sustancialmente de un año a otro.
En nuestro país, los impuestos se dividen en tres grandes bloques: impuestos directos (ID), impuestos indirectos (II) y tasas. Sólo me referiré a los dos primeros por el carácter residual del tercero (menos del 0,9% de la recaudación total). Los directos suponen el 53% y los indirectos el 46% de la recaudación total.
Los Impuestos Directos son aquellos que pagan las personas físicas (los ciudadanos) o jurídicas (empresas, asociaciones, instituciones...) en función de su capacidad económica. Los dos fundamentales son el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y el Impuesto de Sociedades (IS), que suponen más del 98% de la recaudación de los ID, a los que hay añadir otros que, por su escasa aportación, no analizaremos (Impuesto Renta no Residentes, Impuesto sobre el Patrimonio y otros impuestos menores).
El IRPF es un impuesto progresivo, no proporcional. ¿Qué significa esto? Pues significa no sólo que los que más ganan pagan más, ya que eso se conseguiría simplemente con que fuera proporcional, sino que los que más ganan pagan progresivamente un porcentaje mayor de sus ingresos. Las rentas que se tienen en cuenta para calcular la cuota del impuesto, de mayor a menor importancia, son las del trabajo (80%), determinadas actividades empresariales (9%), rentas mobiliarias (p.e. intereses, dividendos de acciones, 4%), rentas inmobiliarias (p.e. rentas de alquileres, 2%) y algunas partidas menores que no merece la pena mencionar.
El IS es un impuesto proporcional que supone, a grandes rasgos, pagar un porcentaje fijo sobre el beneficio de las empresas. Ese porcentaje puede variar por determinadas deducciones y entre distintas formas societarias, pero eso no anula su carácter esencialmente proporcional.
Los Impuestos Indirectos son aquellos que van ligados al consumo y no tienen en cuenta la capacidad económica del contribuyente. Tanto consumes, tanto pagas. Los dos fundamentales son el IVA y los Impuestos Especiales (alcohol, tabaco, hidrocarburos....) que suponen más del 96% de la recaudación de los II. Estos son los más injustos desde el punto de vista de social, puesto que suponiendo que el coste de las necesidades básicas sea igual para todos (alimentos, ropa, vivienda...), los más pobres tendrán que gastar una mayor proporción de su renta para adquirirlos que los más ricos.
Es con la totalidad de estos impuestos (ID+II) con los que se financian los Presupuestos Generales del Estado y se pagan los salarios de los funcionarios, se hacen las carreteras, se construyen colegios, se paga el desempleo, etc.... Sólo a título aclaratorio y a grandes rasgos, el gasto correspondiente a las jubilaciones (pensiones contributivas) y a las bajas por enfermedad (ILT) no se pagan con estos impuestos, sino mediante un mecanismo independiente a partir de los ingresos que la Seguridad Social obtiene de las cotizaciones de empresas y trabajadores.
Clarificado, o eso espero, el mapa impositivo de nuestro país, y antes de analizar en qué medida cada grupo social contribuye al sostenimiento del Estado de Bienestar, aportaré el dato de la suma de lo recaudado en 2.004 entre Impuestos Directos e Indirectos: 141.000 millones de euros (161.000 en 2005).
No existe, o al menos yo no lo he encontrado, un estudio que muestre explícitamente quiénes soportan en mayor proporción la cruz de los impuestos, así que a partir del análisis de los datos que se pueden encontrar en este
enlace, me puse manos a la obra hace ya algún tiempo por mera curiosidad y ahora desentierro aquellas conclusiones para compartirlas con ustedes.
Puesto que los impuestos indirectos se aplican a todos por igual, parece razonable pensar que los más ricos sean también los que más aporten en este capítulo por ser lo que más capacidad de consumo tienen. Al no existir información disponible que permita identificar la cantidad de impuestos indirectos pagados por tramos de renta, debemos dar por buena esa conclusión sin entrar en análisis adicionales que tendrían necesariamente una alta dosis de subjetividad.
En cambio, la necesaria identificación del contribuyente inherente a la naturaleza de los impuestos directos permite disponer de una gran cantidad de información.
Respecto del IRPF, el número total de autoliquidaciones (declaraciones) en 2.004 fue de 12.126.271. De ésas, el 11,34% (1.374.917) correspondían a contribuyentes con rentas anuales entre 40.000 euros y más de 600.000 euros que pagaron un 52,18% del total recaudado. Cerrando un poco más la horquilla para comprobar la concentración de la aportación en las rentas más altas, el 1,57% (190.634 declaraciones) correspondían a contribuyentes con rentas anuales entre 90.000 euros y más de 600.000 euros (clase alta y ricos) que pagaron un 22,09% del total recaudado por este impuesto.
En cuanto al IS, el 93% de las empresas sujetas a este impuesto en 2.004 fueron Sociedades Anónimas (10,38%) y Sociedades de Responsabilidad Limitada (82,97%). Parece razonable pensar que los propietarios de una parte importante de estas empresas tienen un nivel de renta alta y que, además de tributar por los beneficios de su empresa, tributarán en el IRPF por los salarios que tengan asignados o por la percepción de dividendos o beneficios.
A modo de conclusión. Si los impuestos indirectos (46% de la recaudación total) son pagados en mayor medida en términos absolutos por los más ricos, si el 11% de los que pagan el IRPF aportan más de la mitad de lo recaudado por este impuesto (18% de la recaudación total) y al menos la mitad de las empresas (estimación propia y subjetiva) sujetas al IS pertenecieran a contribuyentes con rentas altas, nos encontraríamos con que nuestro sistema impositivo tiene un marcado carácter socialdemócrata que permite afirmar que los que más tienen pagan, en términos relativos, bastante más que los que menos tienen y que en este país los ricos también pagan impuestos. Otra cuestión bien distinta será si tanto la distribución como la intensidad de esa carga fiscal es la más adecuada para la economía y la sociedad de un país o si la aplicación presupuestaria que se hace de esa recaudación es la más idónea.
Este asunto daría para mucho más, pero quizás no sea éste el lugar más adecuado para tratar estos temas. No obstante, si he conseguido que alguien haya entendido algo o se haya interesado un poco por estos asuntos que, queramos o no, forman parte de nuestra vida cotidiana, me daré por satisfecho. A veces me resulta inconcebible que un alto porcentaje de ciudadanos no tengan ni la más mínima idea de cómo funciona, aunque sea de forma elemental, la economía de un país o nuestro sistema político, tributario y jurídico. A nadie se le ocurriría ponerse a jugar un partido de baloncesto sin conocer las reglas del juego, pero mucha gente va por la vida sin saber cómo interpretar su nómina, que un contrato verbal es plenamente válido, que no pueden disponer libremente de su herencia, por qué y para qué paga sus impuestos o la diferencia entre el poder legislativo y el ejecutivo.¡¡Y esas son las reglas del juego de la sociedad moderna!! No todos podemos ser Gasol, pero sí deberíamos saber jugar un partidillo entre amigos sabiendo por lo menos que no podemos darle con el pie a la pelota, que no podemos dar más de dos pasos sin botarla o que una canasta puede valer 2 ó 3 puntos.