Mientras la impía lluvia borraba la rayuela,
la chiquillería correteaba entre risillas nerviosas buscando los soportales que
rodeaban el patio del monasterio. En el suelo, abandonados por la prisa, tejos
coloreados, algunos trompos astillados, una muñeca de trapo empapada, el sonsonete
casi litúrgico de los goterones sobre las losas... Un trueno devolvió al padre
Julián al presente de un respingo, tan violento, que le obligó a apoyarse con
urgencia en el bastón para permanecer erguido justo en el centro del patio del
monasterio, ahora abandonado y en ruinas. El agua por los tobillos, la sotana
pesada, los recuerdos húmedos, la vieja muñeca de trapo en el bolsillo...
Bemoles
Hace 20 horas
9 comentarios:
La nostalgia de un pasado sublimado por la cercanía de la muerte.
Saludos andaluces, que ahora ando por tu región.
Pues espero que te traten bien mis paisanos...
De momento, ahí va una manzanilla fresquita y unos langostinos de Sanlucar.
Saludos
Estamos en Baeza-Úbeda. Una maravilla. No tenemos wifi así wie ya publicaré. Saludos aceiteros. Qué disparate. Haay olivos hasta en los jardines.
Yo veo mucha ternura en este micro que, por supuesto, tanto me ha gustado.
Lo de los olivos en la provincia de Jaén no se lo imagina uno, por mucho que lo sepa, hasta que está allí. Es impresionante.
Un abrazo.
Bueno, y esta tontería sabe alguien de qué va...
Es curioso este género de los microrrelatos, Juanma. Uno los escribe, y el lector los reescribe. Sobre todo cuando quedan tan abiertos. Y si no que se lo pregunten al Anónimo éste, al que se ve que no le ha gustado nada de nada... o que, simplemente, ni se ha enterado ;-)
Un abrazo
¡Ay, Anónimo, qué cruz...! ¿Pero no habíamos acordado en Navidades que te ibas para no volver...?
Perdona, pero no te conozco, pasaba por aquí, y he preguntado. Sólo eso.
Pues si es cierto, peor me lo pones. Porque entrar en casa ajena y decirle a su dueño que ha escrito una tontería sin siquiera conocerle...
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