domingo, 16 de junio de 2013

Un poco de rigor, por favor...

Leo hoy en El País un artículo de Concha Caballero en el que afirma algunas cosas que me parecen increíbles, en el sentido literal del término.

Porque no es creíble, como afirma, que una alumna suya brillantísima, que cursaba con excelentes resultados su carrera, haya abandonado sus estudios porque no le hayan pagado la beca.

O que afirme que se están exigiendo unos requisitos académicos excepcionales para la concesión de becas -"se supone que una sociedad democrática facilita el acceso a los estudios superiores y la cultura a los que menos tienen, cumpliendo unos requisitos razonables, pero no excepcionales", dice doña Concha-, ¿excepcional es que se exija un 6 en Bachillerato, un 5,5 en FP o aprobar -simplemente aprobar-, el 85% de los créditos en ingenierías o arquitecturas? Si para la señora Caballero la línea que separa la excepcionalidad de la razonabilidad es ésa... 

O que ilustre sus críticas con el ejemplo de una chica llamada Laura, que cursa tercero de grado, y a la que le han  denegado la beca a pesar de haber aprobado con buena nota once créditos de su curso y haber suspendido dos. ¿Once créditos aprobados, cuando un curso de grado tiene sesenta? No sé si esta mujer conoce cómo se estructura la enseñanza universitaria, porque es bastante complicado suspender dos créditos, y resulta bastante pobre aprobar sólo once, así que es probable que no tenga clara la diferencia entre crédito y asignatura, y que se refiera a que haya aprobado once asignaturas y suspendido dos. ¿Y aún se extraña de que le hayan denegado la beca, en el supuesto de que Laura y su once créditos aprobados existan?

O que, por último, exija al gobierno andaluz una solución a los miles de estudiantes expulsados de la Universidad por motivos económicos, exigencia a la que también me sumo enérgicamente en aquellos supuestos en los que esa expulsión sea, en efecto, por motivos económicos.

Sería deseable algo más de rigor en quienes escriben en la prensa, aunque es probable que, como afirma el ínclito y teledirigido señor Carmona, no les preocupe demasiado lo que se dice en los periódicos -por ejemplo, una mentira que escriben en un blog del diario El País filtrada por algún cargo público, Carmona dixit...-, porque total, no los leemos más de ciento treinta tres personas...


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