martes, 1 de mayo de 2012

Del honor caducado y otras miserias

"Comparezco hoy para demostrar mi inocencia, mi honor y mi actividad profesional. Durante estos años he ejercido mis responsabilidades y he tomado decisiones de manera correcta y con total transparencia. Mi intención en el día de hoy es aclarar la verdad de los hechos. Estoy convencido de que la declaración de hoy contribuirá a demostrarlo. Muchísimas gracias a todos" (Iñaki Urdangarín, en los juzgados de Palma toreando a la Justicia a portagayola, 25/02/12)

Ahora ofrece declararse culpable y devolver todo el dinero si no va a la cárcel. Patético. Desde mediados de 2010 en que se abre pieza separada en el caso Palma Arena para investigar las sociedades del duque consorte -o consuerte, que dirían algunos-, hasta que es imputado el 29 de Diciembre de 2011, ni pío. Desde que fue imputado hasta ayer mismo, ni pío. Ahora que sabe lo que sabe la justicia y lo que puede llegar a saber, quiere declararse culpable y devolver el dinero para obtener una condena inferior a dos años y no ir a la cárcel. Pío, pío, pío, pío...

Nuestro Código Penal contempla la atenuante de confesión en su art. 21.4, pero requiere del culpable que se haya retratado antes de conocer que el procedimiento judicial se dirige contra él. Ha tenido año y medio para hacerlo y para demostrar que le quedaba algún resto de honorabilidad. Porque también hay honor en reconocer los errores cuando toca, no cuando conviene. Pero qué se podía esperar de un sirvengüenza que lo está siendo hasta el final...

Y no me vengan con que Urdangarín tiene derecho a hacer un trato con la fiscalía como todos. No, no lo tiene. O no debiera tenerlo, aunque ya sabemos que lo tendrá. Sencillamente porque no ha sido como todos. Ni siquiera en sus miserias morales. Que robar para tener más cuando ya se tiene todo sin más merecimiento que el de ser consorte...     


1 comentario:

Zapateiro dijo...

Esta entrada se me pasó en su momento.

Sólo puedo decir amén.