miércoles, 18 de julio de 2007

La calidad representativa de nuestra democracia

Parece que ahora que no gobierna el PP le ha entrado la prisa por reformar el sistema electoral. Cuando no gobernaba, al PSOE también le hizo tilín la idea. ¿Por qué cuando gobiernan se les quitan de pronto las ganas?¿Realmente aspiran a representar a los ciudadanos o sólo a suplantarnos, que aunque parezca lo mismo no lo es? Bueno, sea como sea, nunca es tarde si la picha es buena. La dicha, Tato, la dicha, que te haces la picha un lío.

En un artículo del diario expansión he leído un ejercicio teórico muy interesante sobre los resultados que se hubieran obtenido aplicando distintos criterios para asignar los escaños en las últimas elecciones generales. Es obvio que el autor ha escogido un par de ellos, la circunscripción provincial y autonómica únicas, que dan completamente la vuelta a los resultados, si bien es cierto que se trata de dos alternativas de dudosa equidad.

Tan dudosa como la del sistema en vigor. Porque en la situación actual, esa afirmación de "un hombre, un voto" con la que se le llena la boca a más de uno, es simple y llanamente mentira. La circunscripción provincial y la ley D`hont, a la que se suma la reinterpretación de la voluntad de los ciudadanos por parte de nuestros políticos tras cada consulta, hace que cada voto valga más o menos según donde esté censado el votante, al margen de la calidad individual de cada voto, que esa sería otra cuestión y no precisamente menor.

Que cada diputado elegido en Madrid o Sevilla requieran respectivamente de 163.398 y 148.572 ciudadanos que lo voten, frente a los 30.318 de Soria o los 67.660 de Cuenca, pone de manifiesto claramente cuánto vale el voto de unos frente al de otros.


3 comentarios:

canalsu dijo...

Yo propongo, así las cosas, una manera de acabar con la abstención. Si los andaluces necesitamos, que no lo sé, una media de 100.000 votos para un diputado, organizamos asociaciones de votantes por cada cien mil y que vaya a depositar el voto un secretario, los demás nos vamos a la playa, ya sin remordimientos cívicos.

En serio, si se puede reformar la Constitución, no veo por qué motivo no puede cambiarse la ley electoral, sobre todo cuando vemos que es precisamente el beneficio desproporcionado de las minorías el que nos pone en riesgo no de cambiarla, sino de destrozarla o cambiarla mediante hechos consumados aún contra la mayoría de los españoles a los que, por lo menos, se les debería preguntar con honestidad y claridad: ¿queréis cambiarla, queréis cambiar el modelo de Estado?

¿Que sí?, pues se cambia, pero no seáis mamones, hablad claro y, sobre todo, que no decidan unos miles lo que afecta a todos, que el respeto a las minorías es de ida y vuelta. Si ellos no lo devuelven, ya no es respeto, es que empezamos a ser pardillos.

Anónimo dijo...

Hombre canalsu, yo siempre he defendido una idea parecida a la tuya.
Si un partido gana x diputados no es necesario que vayan x personas al Parlamento. Simplemente que vaya una representación de dos o tres personas de dicho partido y que cuando haya que votar y le den al botoncito se cuente como x votos. Así nos quitamos del desolador espectáculo de plenos vacíos (valga la paradoja), de diputados que no van al parlamento ni por equivocación o de votaciones perdidas por ausencia de diputados.
Siempre me he preguntado para qué van tantos si al final hablan los mismos tres de siempre.

¿Un hombre, un voto?... como dirían los geniales Gomaespuma: "Un hombre, un plátano".

canalsu dijo...

Eso digo yo, maeserancio, que vayan los portavoces, ¡pero sin plátanos por Dios! Con lo bien que se quieren son capaces de ir soltándose las pieles por el suelo y, aunque con los resultados pudiéramos reírnos tanto como con Gomaespuma, podrían hacerse daño… no sé, romperse una uña.
Una desgracia de lesión laboral, ya sabes lo que usan para agarrarse al sillón.