Entró en política en las Cortes Consituyentes, allá por 1977, y todavía sigue subido en el coche oficial. Diputado en el Congreso, senador, consejero en varios gobiernos andaluces, diputado autonómico, vicepresidente y presidente del Parlamento andaluz.
Opina este profesional de la política llamado Manuel Gracia, que el germen de la corrupción política está también en la corruptela diaria de la sociedad, que hay una percepción muy negativa hacia los políticos, pero una permisividad enorme hacia la enorme corruptela diaria que está alrededor de todos y que los políticos no son distintos a como es la sociedad, sino que son exactamente iguales. No sé con cuál de las tres perlas quedarme.
Al final, va a resultar que la culpa de la corrupcion de los políticos es de la enorme corruptela diaria del ciudadano de a pie, pero ni se plantea el silogismo contrario.
Por otro lado, para explicarnos que su choriceo y desvergüenza no es culpa de ellos sino de una sociedad vulgar y corrupta de la que ellos no son más que un reflejo, son capaces de rebajarse hasta el punto de considerarse parte del vulgo. Así, como son personas normales y corrientes, les está permitido hacer las cosas que hacemos las personas normales y corrientes y que, según el señor Gracia -maldita la gracia...-, consiste en crear a nuestro alrededor una enorme corruptela diaria de la que ellos, pobrecitos e inocentes, no son más que un efecto colateral.
Pues qué quieren que les diga. A mí, lo que dice este impresentable, me parece un insulto a nuestra inteligencia. Como ya ha quedado dicho por aquí en alguna ocasión, pareciera como si, para ejercer la política, fuera un mérito el hecho de ser un ciudadano medio, ni muy tonto ni muy listo, ni muy honrado ni muy chorizo. E incluso a veces, hasta se pelean para ver quién mea más cerca, quién es más vulgar.
¡Es tan patético verlos intentar parecer tan normales siendo tan mediocres y sintiéndose tan superiores...!
Opina este profesional de la política llamado Manuel Gracia, que el germen de la corrupción política está también en la corruptela diaria de la sociedad, que hay una percepción muy negativa hacia los políticos, pero una permisividad enorme hacia la enorme corruptela diaria que está alrededor de todos y que los políticos no son distintos a como es la sociedad, sino que son exactamente iguales. No sé con cuál de las tres perlas quedarme.
Al final, va a resultar que la culpa de la corrupcion de los políticos es de la enorme corruptela diaria del ciudadano de a pie, pero ni se plantea el silogismo contrario.
Por otro lado, para explicarnos que su choriceo y desvergüenza no es culpa de ellos sino de una sociedad vulgar y corrupta de la que ellos no son más que un reflejo, son capaces de rebajarse hasta el punto de considerarse parte del vulgo. Así, como son personas normales y corrientes, les está permitido hacer las cosas que hacemos las personas normales y corrientes y que, según el señor Gracia -maldita la gracia...-, consiste en crear a nuestro alrededor una enorme corruptela diaria de la que ellos, pobrecitos e inocentes, no son más que un efecto colateral.
Pues qué quieren que les diga. A mí, lo que dice este impresentable, me parece un insulto a nuestra inteligencia. Como ya ha quedado dicho por aquí en alguna ocasión, pareciera como si, para ejercer la política, fuera un mérito el hecho de ser un ciudadano medio, ni muy tonto ni muy listo, ni muy honrado ni muy chorizo. E incluso a veces, hasta se pelean para ver quién mea más cerca, quién es más vulgar.
¡Es tan patético verlos intentar parecer tan normales siendo tan mediocres y sintiéndose tan superiores...!
2 comentarios:
Parece que no pudieran dar más de sí, pero sí dan: siempre tienen alguna chorrada -en esta ocasión me parece algo más que eso, por cierto. Me parece grave lo que dice- con la que continuar sorprendiéndonos.
Sorprendiéndonos la poca vergüenza que tienen y usan, quiero decir.
Y enhorabuena, compadre, por esa frase final.
Un abrazo.
No es que lo parezca, querido Juanma, es que no dan más de sí. A ver si algún día el pueblo abre los ojos y, por su propio bien, hace compatibles democracia y meritocracia.
Un abrazo
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