Además de un sano ejercicio, es una excelente vacuna contra el sectarismo mostrar y subrayar las incoherencias del personal, sean del color que sean. Y más aún cuando quienes caen en ellas son personajes que se han caracterizado por la defensa pública de ciertas convicciones o creencias personales y que, de alguna manera, aspiran a que el pensamiento y comportamiento ajenos se adecúen a esas convicciones.
El clásico haz lo que yo te diga pero no lo que yo haga cuando quien así actúa lo hace a cara descubierta, sin ocultar su desfachatez, y el personal lo compra, me parece aceptable. Al fin y al cabo, sarna con gusto no pica. Pero cuando alguien se da públicamente golpes de pecho con sus principios y aspira a ganar un ejército de prosélitos para su causa mientras reniega de tales principios por la vía de los hechos, el reproche y el desprecio social debiera ser de tal magnitud, que hasta hiciera innecesario un posible reproche jurídico.
Y para muestra, un par de botones recientes que ilustran esos comportamientos a ambos lados de las barricadas.
El primero, un importante dirigente sindical de Asturias, que masticaba a dos carrillos sus principios socialistas y sindicales a grito limpio mitin tras mitin, mientras hacía una fortuna de 1,4 millones de euros de dudoso origen y sin contribuir al fisco como sus principios socialistas y sindicales parecieran exigirle. Pidamos derechos sociales y Estado del Bienestar, pero que los paguen los demás.
El clásico haz lo que yo te diga pero no lo que yo haga cuando quien así actúa lo hace a cara descubierta, sin ocultar su desfachatez, y el personal lo compra, me parece aceptable. Al fin y al cabo, sarna con gusto no pica. Pero cuando alguien se da públicamente golpes de pecho con sus principios y aspira a ganar un ejército de prosélitos para su causa mientras reniega de tales principios por la vía de los hechos, el reproche y el desprecio social debiera ser de tal magnitud, que hasta hiciera innecesario un posible reproche jurídico.
Y para muestra, un par de botones recientes que ilustran esos comportamientos a ambos lados de las barricadas.
El primero, un importante dirigente sindical de Asturias, que masticaba a dos carrillos sus principios socialistas y sindicales a grito limpio mitin tras mitin, mientras hacía una fortuna de 1,4 millones de euros de dudoso origen y sin contribuir al fisco como sus principios socialistas y sindicales parecieran exigirle. Pidamos derechos sociales y Estado del Bienestar, pero que los paguen los demás.
El segundo, un par de presuntos liberales -los señores Recarte e Iranzo-, que siempre han renegado en tertulias televisivas y artículos de opinión de lo público, de las subvenciones, de la politización de instituciones financieras y del despilfarro, poniéndose mientras las botas con la tarjeta negra de Caja Madrid y con sus sueldazos de consejeros de la banca pública durante varios años.
Mientras el desprecio social no esté a la altura de las circunstancias...
5 comentarios:
¿adecúen...? ¡Ay, ay, ese acento!
Siga intentándolo
¡Jaja!
Don Tato:
Hay que ver lo ratas, lo mezquinos, lo avariciosos, lo repugnantes que son nuestros gobernantes. Desde luego, siempre queda hueco para la sorpresa.
Salu2.
Quizás sea porque, como ha escrito hoy Pedro Sánchez en la prensa, necesitan ser observados para portarse bien.
Parece como si, al final, la culpa fuera nuestra por no dedicarnos a limpiarles los mocos y cambiarles los pañales como a niños de guardería.
Saludos
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