Tras la publicación, el gobierno andaluz justifica esas exoneraciones argumentando que, como no habían recibido el dinero de las subvenciones por los recortes de Rajoy, no podían pedirles que justificaran esos gastos. A ver si lo entiendo.
Si no habían recibido las subvenciones, no podían justificar en qué se habían gastado esas subvenciones y, en tal caso, ¿por qué habrían de ser exonerarlos de justificar en qué se habían gastado unas subvenciones que no habían recibido?
También cabría preguntarse si los cursos fueron realmente impartidos por las empresas solicitantes de las subvenciones, a pesar de no haberlas recibido aún. Si la respuesta fuera afirmativa, no deberían haber tenido ningún problema en justificar todos los costes que pagaron de su propio bolsillo, con lo que exonerarlos de dicha justificación no hubiera sido necesario. Si la respuesta fuera negativa, es decir, si los cursos no se impartieron, no habría nada que justificar y, por tanto, de nada habría que exonerar.
En fin, que a mi límpida ingenuidad le cuesta entender eso de que se ocultara una resolución como la publicada ahora, que cuando salta un escándalo relacionado con ella la publiquen destrozándose el pecho a golpes de pura transparencia y que se diga que el culpable de lo que entonces se hizo y ahora creemos que sabemos vive más allá de Despeñaperros. Porque ya sabemos que la culpa nunca es de uno, siempre es del otro. Al contrario que la transparencia, que nunca es del otro, siempre es de uno.