lunes, 20 de junio de 2011

Del movimiento y otros deportes nacionales

No hay más que echar un vistazo al documento en el que el denominado movimiento 15M explica las razones de las manifestaciones de este domingo, para percatarse de que se trata, en su mayoría, de un batiburrillo de datos erróneos, ideas preconcebidas y lugares comunes, salpicados de algunos planteamientos más que razonables, defendidos en varias ocasiones desde esta humilde taberna.

Entre los primeros podemos encontrar, desde afirmaciones de que el gasto medio anual en Sanidad asciende a 4.000 millones de euros (p. 4), o que las entidades financieras han masacrado la economía de los españoles y aumentado el gasto público en psiquiatría (pp. 6-7), hasta la propuesta de dación en pago de las viviendas (p. 8), la consideración de que el mercado laboral ya es excesivamente flexible en nuestro país (p. 18), o la calificación de nuestro IRPF como impuesto regresivo (p. 24).

En el segundo grupo figuran propuestas tan razonables como la equiparación de las rentas del capital a las rentas del trabajo en el IRPF, no salvar bancos -ni empresas, añadiría yo- con dinero público o los cuatro puntos, de contenido fundamentalmente político, que figuran en la página 35.

La simpatía que ha despertado la vertiente pacífica del movimiento 15M tiene por tanto más que ver con la empatía instintiva suscitada por el hartazgo generalizado, no siempre justificado, de la sociedad civil, que con la solidez intelectual de la mayoría de sus propuestas que, en mi opinión, no son más que populismo de izquierda trasnochada. Porque ¿quién no se apunta a reclamar que se mantenga el Estado del Bienestar tal cual estaba hasta hace apenas dos días, o incluso como está actualmente? Desde luego, no es un plato de gusto plantear dudas sobre su viabilidad -a nadie le apetece pasar por un facha frío e insensible-, o incluso sobre su deseabilidad, pero parece que se olvida fácilmente, sobre todo por quienes apenas lo pagan, que el Estado no es gratis y que cuando el sarao cuesta más de lo que se tiene, sólo caben tres soluciones: o se adecua el jolgorio a los ingresos, o se suben los impuestos, o se pide prestado el dinero que falta.

Si nos atenemos a lo planteado reiteradamente por el movimiento 15M desde su nacimiento, no parece que estén por la labor de la primera alternativa. Tampoco de la segunda, salvo que se aplique únicamente a los ricos, lo que no sólo no solucionaría el problema, sino que probablemente lo agravaría. Por tanto, sólo nos quedaría la tercera. Y claro, como quienes se han dedicado a ahorrar para poder prestar a quienes desean gastar más de lo que tienen no están obligados a hacerlo, ponen determinadas condiciones que les garanticen la recuperación de su dinero. Lógico, ¿no? Pues según parece, no, porque cuando quieren recuperarlo se les acusa de pretender prostituir a nuestra púdica e ingenua democracia, ésa zorrona que lleva toda la fiesta abierta de piernas, dándose gusto y trincando pasta fácil a diestra y siniestra.

En definitiva, lo que pide el movimiento 15M es que siga la fiesta aunque no podamos pagarla, que no se permita que nos la agüen quienes nos la pagan. Eso y más papá Estado, claro.
 

2 comentarios:

Elisa dijo...

¿Nadie comenta?

Er Tato dijo...

Pues eso mismo me estaba preguntando yo, Elisa. ;-)

Venga, por ser la primera, y la única, marchando un cortadito, entera con aceite y jamón y un zumito de naranja fresquito.

Besos