Que los sindicatos hayan dado un puñetazo sobre la mesa en la que se estaba negociando la reforma de la negociación colectiva, es una magnífica noticia. Nada bueno podía salir de una reforma aceptada por los sindicatos. Por estos sindicatos. Más de lo mismo. O sea, más paro, menos competitividad, más pobreza. Y es que la negociación colectiva no hay que reformarla, hay que dinamitarla.
Ahora, a ver si nuestro presidente le echa huevos. Aunque sólo sea por el bien de los cinco millones de parados y sus familias.
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