¡¡Ah, divina adivinanza...!!
Conmimismo anhelo desmedido
contumismo acezo insaciable
conmimismo billete ennegrecido
contumismo deseo inagotable
¿De qué hablas? Yo, mi, me, conmigo
hijo y nieto del egoismo
¿No lo intuyes, amigo?
¡El alienante consumismo!
Mi hijo, el adolescente, ése que se quería ir de casa porque no soporta los límites que sus estrictos padres le imponen, me ha retado a cuenta de nuestra última polémica doméstica. ¿A que no eres capaz de contarlo en tu blog a ver qué opina la gente? Me ha faltado tiempo para ponerme manos a la obra con el compromiso de que, antes de publicarlo, debería pasar su filtro. Me temo que si consigo hacerme entender por ustedes, expresar claramente mi postura, argumentar de manera ordenada las razones de mi decisión, va a resultar tan obvio que tengo razón que no me va a permitir publicarlo y entonces jamás verán la luz estas palabras. Si lo están leyendo es porque he conseguido exponer de una manera objetiva ambas posturas y, siendo así, está convencido de que cualquiera que lo lea no tendrá más remedio que darle la razón a él. Ya veremos.
El caso es que mi hijo tiene una paga mensual que intentamos que administre con criterios razonables. Cuando tuvo algo de dinero ahorrado, nos tuvimos que enfrentar por primera vez a la posibilidad de que nuestro hijo lo malgastara influenciado por el consumismo galopante que padecemos. ¡Papá, quiero un móvil!, nos dijo. Pero no un móvil cualquiera, sino un movilcamaraagendaconsola de diseño. En el ingenuo convencimiento de que resultaría disuasorio, le dijimos que ¡ni de coña!, que no lo necesitaba y que los caprichos se los pagara con su dinero. Craso error. Suponía gastarse todos sus ahorros, pero contestó que estaba dispuesto a hacerlo. Incapaz de resignarme a que tirase su dinero, comprobaba una y otra vez, desanimado, cómo era imposible convencerle de la sinrazón de su compra, del coste de mantenimiento posterior que suponía, de las alternativas a las que tendría que renunciar al quedarse sin ahorros.....Todo fue inútil. Llegados a ese punto, y tras eternas discusiones en las que ambos nos desgastábamos argumentando y contraargumentando para terminar invariablemente cabreados uno con el otro y el otro con el uno, sólo quedaban dos alternativas: aplicar el artículo 33 o permitir que se equivocara.
Permití que se equivocara. Se compró el dichoso móvil. Por cuestiones que no vienen al caso, a los seis meses se quedó sin él pero, ante su tremendo disgusto, me ablandé y le proporcioné otro "normalito". El año y medio largo que lleva con él, apenas lo usa, nunca lo encuentra cuando se le ocurre usarlo, anda casi siempre descargado y tiene que recargar el saldo porque le caduca, señales inequívocas de la inutilidad de su compra primera.
Y ahora viene el meollo del asunto. El objeto de la nueva polémica. Resulta que quiere gastarse la mitad de su paga mensual en un móvil por contrato porque le ¿regalan? un magnífico superhipermegatelefonocamaraemepe4, ¡bendita ingenuidad! Como ya ha quedado claro, no necesita un teléfono porque apenas usa el que ya tiene. Tampoco necesita una cámara digital porque ya tenemos una en casa y puede usarla cuando quiera. Si quiere comprarse un mp4 con sus ahorros, tiene mis bendiciones. Pero él, erre que erre, así que de nuevo nos enfrentamos al dilema de permitir que haga uso de su dinero con absoluta libertad o aplicar el artículo 33.
Tras algunas reflexiones, opté nuevamente por primar su libertad personal. No obstante, y con el fracaso de mi primera decisión como antecedente, decidí hacer algunos retoques en mi estrategia por intentar hacerle entender que ya tiene edad para ser consecuente con sus decisiones. Le dejé claro que si se empeñaba en tirar el dinero, se olvidara de las cantidades con las que ocasionalmente complementábamos su paga (cuando salía al cine, a cenar con los amigos, en verano.....) y que debería contribuir, al menos con la mitad, en la cuota de socio de su equipo favorito que, hasta ahora, pagábamos íntegramente nosotros. Lógicamente, podía haberme callado y no avisarle de las consecuencias futuras de su decisión. Empleando el sentido común, esa advertencia estaría de más, pues nadie debería esperar de quien opina que estás malgastando el dinero que sea más generoso contigo de lo estrictamente acordado. Por si alguien a estas alturas aún tiene dudas, el aviso no fue tomado como una información útil que le ayudara a tomar una decisión consecuente, sino como un chantaje inaceptable.
¿Sus argumentos? Que soy un rácano. Que de libertad, nada de nada. Que como sé que con su paga no puede pagar la parte que le correspondería de la cuota de socio, me he buscado esa artimaña para, de forma indirecta, aplicar el artículo 33 sin que parezca que lo estoy aplicando y quedar bien. Que no entiende por qué antes estaba dispuesto a sufragar la cuota de socio íntegramente y ahora no. Que es un chantaje en toda regla camuflado con un discurso de responsabilidad, libertades personales y bla, bla, bla......
¿Mis argumentos? Es libre de elegir si prefiere que yo tutele en qué se puede gastar sus ahorros o si quiere hacer uso de su libertad individual. En éste último caso debe asumir las responsabilidades que el ejercicio de aquélla conlleva. Si decide gastar el dinero en una cosa, debe asumir que está haciendo una elección que conlleva forzosamente renunciar a otras opciones. Que esto es lo que sucede en la vida real y que los mundos de Yupi no existen. Que los recursos son escasos y se debe saber priorizar. Que si derrocha el dinero en algo innecesario a sabiendas, no puede esperar que quienes le asignan la paga aporten más de lo pactado. Que es inmoral exigir la libertad propia sin soportar la ajena, llamando rácano y chantajista a quien, en el ejercicio de su libertad, decide no pagar caprichos extras a quien utiliza sus recursos de manera caprichosa.
Ustedes dirán.
7 comentarios:
Sr. Tato:Me permito entrar por primera vez en su blog para opinar del tema de su hijo,que creo que no le importará.Verá,su hijo no es ni mas ni menos que un reflejo de la sociedad actual,ya que supongo que sabrá que la inmensa mayoria de la juventud actua igual que su hijo.Veo en su perfil que dice usted que es economista,liberal y de izquierdas asi que usted mejor que nadie sabrá la economia de su casa,logicamente la economia en España siempre va bien pero a muchisima gente,le cuesta llegar a fin de mes,igualmente al declararse liberal y de izquierdas,cosa que me parece muy bien,debia dejar a su hijo que se equivocara solito,siempre pendiente por supuesto y verá que como en la parábola del hijo prodigo,el, su hijo volverá al redil.Por cierto no es nada inmoral exigir la libertad propia sin soportar la ajena,porque en este caso,logicamente lo perderá el cariño.Por cierto supongo que su hijo será menor de edad,porque sino la cosa cambia.
P.D. Encantado de poder iniciar una singladura que espero sea larga
Yo no me voy a meter en quién lleva razón, que en estos temas cada uno tiene su verdad, pero si me permites voy a dar una opinión. A mí nunca me han dado paga, he tenido que "sobrevivir" con el dinero recaudado en Reyes, cumpleaños y contribuciones de abuelas y similares y administrarlo como buenamente pudiera. Es cierto que cuando me quedaba sin blanca ocasionalmente recurría al sablazo parental, pero es que cuando mis padres se veían sin liquidez en un momento dado también me han sableado a mí. Lo que vengo a decir es que, teniendo en cuenta que tu hijo recibe un paga mensual y además complementos ocasionales, debe entender un cierto "intervencionismo" parental.
Cuan cruel pueden llegar a ser los -ismos en la adolescencia.
Consumismo: Actitud de consumir bienes y valores sin aparente necesidad.
Este término ataca por igual a pequeños y grandes, adolescentes y adultos, aunque el periodo comprendido en la "adolescencia" es el punto de mira del marketing actual, debido, entre otras cosas, a la fácil sugestión de sus componentes.
Ante esto, nos encontramos con un juicio parental complejo, del que nos haces entrega para que el jurado delibere y se decante ante uno u otro lado.
Como si estuvieramos en terreno pugilístico, nos encotramos en un rincón al hijo de Er Tato: adolescente que ha sido atrapado por las garras del consumismo, sin que él mismo se diera cuenta, ya que se presenta ante él de forma atractiva e insinuante, con bellas formas de teléfono móvil de última generación, que además, le permitirá estar 'a la última', y por consiguiente, no caer en el papel de lo obsoleto y adquirir, de una manera peculiar y colateral, fama ante sus amigos (consultar el verbo "presumir").
Posee sueldo mensual y remuneración extra para diversas opciones, suministrado por sus padres.
En el rincón opuesto Er Tato: padre del anterior (como antes se ha hecho mención), abastecedor de su sueldo anual y remuneraciones, así como encargado de que su descendiente dé los mejores pasos sin caer en errores, y en éste caso que nos contempla, basándose en su conocimiento empírico y teniendo en cuenta un 'batacazo' anterior.
Deliberación: sin dejar a un lado lo complejo del asunto, me vienen a la mente dos dichos: "Nadie escarmienta por cabeza ajena" o "El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra". La cosa está clara: si el hijo decide comprarse el móvil, se queda sin remuneración extra y tendrá que afrontar el pago de su nuevo aparato, ya que sería de contrato. Excesivas pérdidas, bajo mi punto de vista, para aprender algo que ya le ocurrió en el pasado y que lo único que va a hacer es recordarle el destino de su actual teléfono. Sin embargo: ¿quién no ha sido alguna vez presa del consumismo y de ir 'a la última'?.
Conclusión: los adolescentes carecen de gastos realmente necesarios porque a su edad, como norma general, suelen tener lo básico resuelto, dejando sus ahorros para caprichos. En este caso concretamente, si la mayoría de esos caprichos también están cubiertos, el dinero restante, se acumula y suele caer presa del consumismo, sin embargo, si tiene ese excedente es precisamente por el detalle antes mencionado: porque sus padres le dan esa remuneración extra (cine o cenas), sin pedir nada a cambio, y como es una muestra de altruismo, evidéntemente, pueden retirarla siempre que quieran o condicionar su uso, ya que son ellos los que aportan el capital.
¿Cuáles pueden ser las consecuencias de este último detalle?, la respuesta es incluso más compleja que el tema tratado. Sin embargo, hay que tener en cuenta la dificil etapa de la adolescencia y la fragilidad que sufren sus componentes, disfrazados bajo máscaras de fortaleza inexistente y en el punto de mira del, cada vez mayor, consumismo.
Tema muy muy complejo el de este último artículo querido Tato, he tardado una media hora en pensar la respuesta. Dispensa mi extensión y pesadez de la misma.
Un fuerte abrazo.
A mi me ocurrió algo parecido, con unos botines de 120 Euros.
Alegué que lo hacían niños de la edad de su hermano poco menos que por la comida. Nada.
Alegué que me parecia malgastar todos sus ahorros para después quedarse seco. Nada.
Opté, igual que tú, por la opción "equivocarse" y así fue.
Lo que más me duele de todo esto es que no son capaces de valorar lo que cuestan las cosas y lo importante que es el saber administrarse.
Creo que mi hijo lleva al pie de la letra que si no usas marcas, no eres nadie, cosa que DETESTO.
Siempre le digo que a mi, para lucir una marca concreta me tendrían que pagar, tipo Sponsor.
No hay nada que hacer, pero si te garantizo que ahora que aún puedo, aplico el artículo 33 con mucha frecuencia.
Un abrazo.
Los valores de libertad que estás inculcando en tu hijo son dignos de admirar.
Le estas enseñando cual es su espacio, donde empieza y también donde termina. Le enseñas la diferencia entre libertad y libertinaje.
En las dos ocasiones has optado por la libertad personal a la hora de administrar su paga pero le has marcado los límites y habrá que hacerle entender que esos límites pueden cambiarse, ya que la paga es parte de su libertad.
El tendrá que aprender a valorar esa paga que recibe como algo que le va a dar capacidad de decisión, pero alguien tiene que poner los limites y al tratarse de un adolescente lo tendrán que marcar los padres.
Menuda tarea te espera. Ya nos contarás.
Aunque tarde, quiero comentar que no le daría una paga a mi hijo adolescente. Si él lee esto, me querrá matar, pero es lo que pienso, Tato. A lo mejor, cuando mis hijas lleguen a adolescentes, acabo pagándoles como tú, pero por el momento pienso que le iría dando el dinero según sus necesidades. ¡Ay la que me espera! Un abrazo
Puff!
Adolescentes!
Tengo una situación parecida con mi hermana menor cuando ambas eramos adolescentes, yo le había prestado mis ahorros para alguno de sus caprichos y me quedé en blanca, con el tiempo recuperó lo que me debía, pero a mi me seguía faltando, un día se lo pedí para poder ir a alguna parte, y me dijo que no me lo podía dar, porque ella también quería ir, y si me lo daba no podría.
El concepto de prestamo creo que lo olvidó por el camino.
Seguramente llegada la adolescencia de nuestros churumbeles todos tendremos que tragar con un montón de cosas, hasta que llegue el gran día en el que realmente sean los únicos poseedores de su libertad, y entonces, será cuando lo entiendan.
La adolescencia de mi descendencia (imaginaria por supuesto) si que me da miedo atroz.
Saludines,
YoMisma
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