lunes, 17 de abril de 2017

Descomposición

El traje era auténtico arte y él un impostor. Pero no lo supo hasta el preciso instante en que el silencio se inquietó con el quejido oxidado de la puerta de chiqueros y le chorrearon las entrañas…


2 comentarios:

Juanma dijo...

Lo que de toda la vida de Dios llamose "jindama" (a más de uno le habrá pasado, ¿no?). Es complicado que en una frase y media se pueda visualizar un relato, pero se visualiza perfectamente.

Abrazos.

Er Tato dijo...

O cagarse por las patas abajo...

Un abrazo