lunes, 13 de julio de 2015

Pongamos que hablo de Grecia...

Cuando cualquier país, o sea, el conjunto de sus ciudadanos, decide dotarse de un determinado tamaño de Estado del Bienestar, también está decidiendo directamente cuánto se va a gastar en él y, por tanto, cuánto va a tener que pagar por él.

A veces, muchas veces, la mayoría de las veces, los gobernantes, elegidos por esos mismos ciudadanos, tienen la tentación de ofrecer a su pueblo un Estado de un tamaño que no pueden pagar o que no quieren pagar pidiendo más dinero a sus ciudadanos. Y es que igual que el tamaño de ese Estado importa porque suma votos, subir impuestos para pagarlo los resta. Así que el gobernante de turno, que quiere ser reelegido constantemente, pide prestado a los ciudadanos, de su país y de otros, emitiendo deuda pública.

Al principio, como la deuda es pequeña, el país está creciendo y paga en tiempo y forma, los ahorradores, esos que deciden no consumir ahora para poder consumir más adelante a cambio de una cierta compensación económica, le prestan a quienes han decidido consumir ahora lo que no tienen, pagando por ello una pequeña cantidad de dinero.

Año tras año, lustro tras lustro, década tras década, el país gasta sistemáticamente más de lo que ingresa. Los ciudadanos están encantados. Tienen un Estado con sanidad y educación gratuitas, con pensiones de jubilación, con prestaciones por desempleo... En fin, un Estado de Bienestar como Dios manda. Y que, además, no están pagando completo, que ya se encargan sus paisanos más ahorradores y los de otros países, de prestarles la diferencia.

Pero llega un momento en el que los ahorradores empiezan a pensar objetivamente -deja de crecer su economía, cada vez debe más, su gestión es algo caótica...-, que ese país puede tener dificultades para devolver el dinero que le siguen prestando, y entonces, como es lógico, empiezan a pedirle cada vez más dinero por prestarles dinero porque, si los ahorradores pueden prestar su dinero a otros países o empresas con mayor solvencia y menos riesgo, pedirán más recompensa si quien se lo pide es menos solvente. Lógico. Así que no parece que esa actitud de quienes prestan su dinero sea el resultado de una conspiración judeomasónica contra ese país.

Como la cosa sigue empeorando porque, lejos de hacer reformas en el país para equilibrar los ingresos y los gastos, siguen endeudándose, los ahorradores ya sólo están dispuestos a asumir el altísimo riesgo de impago a cambio de una compensación aparentemente desproporcionada, lo que llevaría al país a entrar en un peligroso círculo vicioso y finalmente a la bancarrota.

Llegados a este punto, y como ese país pertenece a un selecto club con el que comparte moneda, los miembros de ese club deciden echarle una mano. Primero decide permitir que ese país haga un quita a sus acreedores privados -esos ahorradores que le prestaron dinero durante lustros-, para aliviar la deuda, y después, como sabe que nadie le prestará dinero a un coste razonable tras esa quita, con el dinero de los contribuyentes de todos los países de ese club, y sin pedirles permiso, compra la deuda que quedaba en manos privadas y sigue prestándole dinero a unos tipos de interés más ventajosos que los normales del mercado. A cambio, le pide que haga reformas para volver a ser un país solvente y que todo vuelva a la normalidad más pronto que tarde.

Sin embargo, esas reformas suponen sacrificios importantes para la población y surge un partido político que, utilizando ese natural descontento de los ciudadanos, llega al poder prometiendo que esos sacrificios no son necesarios, que no piensa pagar buena parte de lo que deben y que sus acreedores son poco menos que unos usureros y unos desconsiderados que no respetan la soberanía de su país. Y entonces decide preguntar a su pueblo si quieren pagar lo que deben y hacer esos sacrificios.

Obviamente, los miembros del club, que han prestado el dinero de sus ciudadanos sin siquiera preguntarles si querían hacerlo, se cabrean un pelín. Resulta que el socio díscolo les insulta y pretende además darles una lección de democracia preguntando a su pueblo si quieren devolver lo que deben, cuando ellos ni se han planteado preguntarles a los suyos si querían prestarles su dinero.

Y ahora, algunas reflexiones, a modo de moraleja, sobre esta historia..

En una democracia, el tamaño y el alcance de cada Estado es una decisión de los ciudadanos de ese Estado, que a su vez deciden la orientación ideológica de cada uno de los gobiernos que deben implementarlo. No parece pues, que la responsabilidad última sobre ese modelo de Estado y sobre la forma de pagarlo sea de nadie distinto a sus propios ciudadanos.

Tampoco parece que la responsabilidad de pedir prestado para pagar ese Estado que no se puede o no se quiere pagar con la riqueza del propio país, sea de quienes prestan ese dinero. Más bien parece que será de quienes piden prestado. En todo caso, si quienes prestan fueran unos temerarios, ya asumirán su responsabilidad perdiendo el dinero prestado, que no es poco castigo.

Cuando los gobiernos deciden, con el beneplácito de los ciudadanos que los eligen, endeudarse libremente para pagar una parte del coste del Estado del que, también libremente, han decidido dotarse, asumen el riesgo de verse obligados a ceder parte de su soberanía, de su libertad para gestionar el país. Y es lógico. Quien tiene deudas no es totalmente libre de gastarse su dinero en lo que quiera, pues una parte del mismo debe dedicarlo a devolverlas. Y si además empieza a incumplir los pagos o gestiona el país de tal forma que aumenta el riesgo de incumplirlos, y sigue queriendo que le presten, los pretamistas les pondrán condiciones que, en algunos casos, pueden implicar una cierta pérdida de soberanía. Pero es preciso recordar que pedir prestado no es obligatorio y que prestar tampoco lo es. Por tanto, no parece serio darse golpes de pecho ni ponerse a lloriquear por perder una soberanía que previamente se puso en venta. Como ya se ha dicho por aquí en multitud de ocasiones, el ejercicio de la libertad es duro porque obliga a asumir las consecuencias del mismo. Lo otro es libertinaje.

Y aunque podría estar hablando de cualquier país, incluido España, pongamos que hablo de Grecia...


11 comentarios:

Juanma dijo...

España y Grecia, allá donde se cruzan o pudieron cruzarse los caminos...

Te agradezco una entrada tan clara, no es tan fácil contar lo que parece obvio. Y a lo mejor incluso lo es.

(creo que hay una errata en "poco menos que unos usureros y unos desconsiderados que no respetar la soberanía de su país"; es "respetan", ¿no?

Un abrazo.

Er Tato dijo...

O podrán cruzarse, Juanma...

Y sí, hay una errata. Siempre al loro. Corregida, muchas gracias.

A mí me parece obvio, pero por lo que leo y escucho, no debe serlo. Por eso me decidí a escribir la entrada, además de para provocar al Anónimo de turno, claro.

Un abrazo

Dyhego dijo...

Se me ocurre que hay un paralelismo entre Emma Bovary ("Madame Bovart" de Gustavo Flaubert) y la situación de Grecia (o la de España y otros países).
Emma suele caer bien (a mí no), Grecia también (a mí también), pero nadie desea el suicidio ni de la una ni de la otra, por eso pienso que alguna solución ha de haber ¿no?
Estoy leyendo muchos artículos sobre Grecia, y cada vez estoy más liado. Veo que, en general, los artículos están escritos con el corazón.
Y sólo se me ocurren preguntas:
¿A quién beneficia la situación griega?
¿Tan malo es salirse del euro? Hay otros países de la U.E. que no tienen la moneda común.
¿La situación de Grecia fuera de la Unión Europea sería mejor o peor?
No pretendo que responda a las preguntas, simplemente son reflexiones.
Salu2, Tato.

Er Tato dijo...

Bueno, la situación de Grecia no beneficia absolutamente a nadie, más bien al contrario. Perjudica, y mucho, en primer lugar a los griegos, pero también a Europa. Hay que tener en cuenta que a Grecia se le ha prestado más de 250.000 millones de euros más los que les vamos a prestar ahora, además de haberles regalado casi 100.000 millones de la quita en todo este proceso.

Para Grecia es malo salirse del euro, porque eso les empobrecería, pero en mi opinión es peor que se quede. Y en efecto, hay países que están en la UE pero no en la unión monetaria. El problema no es no estar, sino haber entrado y tras varios años salirse, porque ese proceso es muy traumático para la economía de cualquier país.

Dices que estás leyendo muchos artículos escritos con el corazón, y yo añadiría que escritos desde la ideología. Precisamente lo que pretendía con la entrada es hacer una exposiciòn descriptiva del proceso que ha llevado a Grecia donde está, y ya veremos si a España también. A partir de ahí, cada uno puede pensar que el hecho de que un país se endeude para que sus ciudadanos vivan lo mejor posible y no devolver después ese dinero que te prestaron es legítimo. O pensar que los ciudadanos que disfrutaban de ese bienestar a crédito y que eligieron a los gobernantes que lo implementaron, no son responsables de nada. O creer que quienes se niegan a prestarles más dinero -dinero de los impuestos de los ciudadanos de otros países- sin garantías de que se les va a devolver son unos terroristas financieros y sólo desean el mal de los ciudadanos griegos. El proceso objetivo está ahí descrito, las reflexiones u opiniones que a cada cual le inspire ese proceso, es cosa de cada cual. Las mías creo que están claras.

Saludos

Juanma dijo...

Desde la ignorancia total, te hago una pregun.

Tanto en tu respuesta a Dhyego como a mí dejas caer que a España le puede pasar lo mismo: ¿no era que ahora estamos en unos niveles económicos -eso de la macroeconomía, digo- favorables y que ya dejamos atrás la posibilidad de un rescate?

Panduro dijo...

Buenos días,

Según dijo ayer Tsipras en el parlamento griego, Grecia no tiene con qué respaldar una moneda propia. Esto, según el propio Tsipras, supondría una devaluación inmediata de los salarios/pensiones a un equivalente de entre 50 a 150 €/mes (20.000 € brutos anuales de media en 2014,) si optaran por salir del euro.

Saludos,

Er Tato dijo...

Bueno, Juanma, a pesar de lo que diga Rajoy, ya fuimos rescatados cuando pusieron desde Europa a nuestra disposición 100.000 MM € para nuestros bancos, así que el rescate no es un posibilidad, fue un hecho, aunque no se trate de un rescate tipo Grecia.

Sobre la posibilidad de un rescate futuro, el crecimiento del PIB -que es el único dato macro positivo, pues los demás sólo son una consecuencia de éste-, no garantiza la inmunidad frente al rescate. Hay muchas amenazas en nuestra economía.

Sin entrar en demasiadas profundidades, el Estado debe 1 billón de euros -en cinco años hemos duplicado lo que el Estado debe a los acreedores; en 2009 debía medio billón y en 2014 1 billón-; el crecimiento está basado en sectores intensivos en mano de obra y de escaso valor añadido -lo de siempre-; tenemos una economía poco competitiva, con sectores económicos bastante intervenidos por el Estado que frena la inversión y la competencia; una gran burocracia que dificulta la puesta en marcha de proyectos empresariales -salvo que seas colega del alcalde o el ministro de turno-; cada vez que crecemos aumentamos nuestra deuda externa; y para poner la guinda, ahí está la posibilidad de que llegue al poder gente que piensa que hay que pagar más impuestos, que el tamaño del Estado debe aumentar y que los contribuyentes europeos que se rascan el bolsillo para prestar dinero a intereses muy bajos a Estados a los que nadie se lo quiere prestar, son unos terroristas financieros y unos especuladores.

En definitiva, un retrato similar a la precrisis, pero sin burbuja, con más de 4 millones de parados, sin ninguna reforma estructural de calado, y con el Estado -o sea, todos nosotros-, debiendo más del doble de lo que debía entonces. A partir de ahí, que cada cual saque sus propias conclusiones. Y lo peor es que todo esto que digo lo sabe Rajoy -son datos, yo no soy ningún iluminado-, pero está encantado de haberse conocido.

Un abrazo

Er Tato dijo...

Sin duda, la vuelta a una moneda propia conllevaría un devaluación, pero no creo que hasta esos niveles. El Estado griego tiene activos por casi dos veces su PIB. Además, recuperaría su Banco Central, su política monetaria. Por cierto, la devaluación de la moneda no supone en absoluto una devalucación interna de los salarios o las pensiones, sino una pérdida de capacidad adquisitiva de la población debida a la inflación provocada por los productos importados, tanto mayor cuanto mayor sea la devaluación. Dicho de otra forma, si no tuviera que importar casi nada, la devaluación no afectaría al poder adquisitivo de los griegos, porque los intercambios internos no se ven afectados.

Por otro lado, la devaluación incrementaría en la misma medida su capacidad exportadora y Grecia se convertiría en un destino turístico de primer orden, con los ingresos que ello conllevaría. La recuperación de la moneda propia, con cierta ayuda por parte de la UE que, en todo caso, le saldría más barata que seguir rescatándola una y otra vez -porque ésta no será la última-, sería, en mi opinión, la mejor solución.

Saludos

kandelito dijo...

Tan solo saludarte y agradecerte por mostrarnos las cosas tan claras tal cual son....aunque parte de la comunidad se afanen cada en dia en "obtusarnos" la razón.

Er Tato dijo...

Es la primera vea que te veo por aquí, kandelito, así que bienvenido a la taberna.

Saludos

Kandelito dijo...

Pues sí, tato! llevo muuuucho que me asomo a tu taberna,... desde la calle, agarrado con las manos a los barrotes de la ventana mientras escucho lo que cuentas detrás de la barra de tu bar,... y la verdad.... me gusta oirte.

No tengo la formación ni la verborrea suficiente para entrar en tu taberna y echar codos en la barra,.... así que de momento prefiero seguir escuchándote desde fuera,.... aunque a veces me de por meter la nápia entre los barrotes de la ventana.

Gracias por tu bienvenida

Saludos desde la campiña cordobesa