Bueno, pues ya tenemos otra subida de impuestos sobre la mesa. Y si se creen ustedes que la van a pagar las empresas porque afecta, fundamentalmente, al Impuesto de Sociedades, van listos. Porque además de que las subidas de impuestos no son neutras para la actividad económica y, por tanto, para los ciudadanos, ésta incluye otro catastrazo, subida de impuestos especiales -menos mal que el vino y la Cruzcampo se libran-, incremento de las bases máximas de cotización, mantenimiento del atraco a mano armada que supone el Impuesto sobre el Patrimonio...
Y claro, todo ello porque hay que reducir el déficit. Que digo yo, que alguna vez tendrán que probar a reducirlo por la vía del gasto. ¿Más recortes? ¡Te quieiyarcarajo, picha!, que diría mi amigo Manué. Y es que Manué, aunque le enseñe los números, dice que vale, que mucho gráfico, que muchos colorines, pero que él no llega a fin de mes, que lleva 8 años en el paro, que los vecinos de su barrio andan más o menos igual de tiesos y que la culpa de todo es del austericidio ese. Sin duda, un magnífico caldo de cultivo para el populismo y un freno para que políticos mediocres y cortoplacistas tomen decisiones valientes.
Porque es innegable que la realidad de Manué y sus vecinos del barrio es la que es y esa realidad no la cambia un gráfico por muy verdad que sea. Pero también lo es que lo suyo no es culpa de que el Estado haya recortado el gasto corriente, el que afecta a los ciudadanos en el corto plazo. Y no lo es porque ese gasto no se ha recortado. No lo digo yo, lo dice el propio Estado.
Y claro, todo ello porque hay que reducir el déficit. Que digo yo, que alguna vez tendrán que probar a reducirlo por la vía del gasto. ¿Más recortes? ¡Te quieiyarcarajo, picha!, que diría mi amigo Manué. Y es que Manué, aunque le enseñe los números, dice que vale, que mucho gráfico, que muchos colorines, pero que él no llega a fin de mes, que lleva 8 años en el paro, que los vecinos de su barrio andan más o menos igual de tiesos y que la culpa de todo es del austericidio ese. Sin duda, un magnífico caldo de cultivo para el populismo y un freno para que políticos mediocres y cortoplacistas tomen decisiones valientes.
Porque es innegable que la realidad de Manué y sus vecinos del barrio es la que es y esa realidad no la cambia un gráfico por muy verdad que sea. Pero también lo es que lo suyo no es culpa de que el Estado haya recortado el gasto corriente, el que afecta a los ciudadanos en el corto plazo. Y no lo es porque ese gasto no se ha recortado. No lo digo yo, lo dice el propio Estado.
Como puede observarse en el gráfico, el gasto corriente, el que se emplea para el funcionamiento diario del Estado, los servicios y las prestaciones al ciudadano, lejos de disminuir, se ha casi duplicado desde 2001 y se ha mantenido durante los años de la crisis, siendo además el de 2015 el más alto en términos nominales de la historia de nuestro país. El recorte brutal durante la crisis, casi de un 50% respecto del principio de la misma, se ha producido en las inversiones públicas, ésas que el ciudadano no percibe en el corto plazo, pero que reducen la competitividad del país en el medio y largo plazo, con las consecuencias que ello tiene para el crecimiento economico y el empleo futuros. Pan y votos para hoy, hambre y reproches para mañana.
Sí, ya sé que esto, a Manué, se la trae floja mientras siga sin poder pagar la luz, pero yo se lo cuento. Lo que haga con esa información ya es asunto suyo.
Sí, ya sé que esto, a Manué, se la trae floja mientras siga sin poder pagar la luz, pero yo se lo cuento. Lo que haga con esa información ya es asunto suyo.
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