viernes, 4 de marzo de 2016

Dudas existenciales (XXXVII)

Que la infanta Cristina se niegue a contestar las preguntas que le haga cualquiera que no sea su abogado no dice demasiado de su inocencia. Tiene derecho, sin duda. Como cualquier otro ciudadano acusado de un delito. El problema es que ella no era cualquier otro ciudadano, aunque con su actitud lleva camino de convertirse en una cualquiera. ¿Acaso no tiene respuestas para las preguntas que le pudieran hacer? ¿A qué tiene miedo si es inocente? ¿O es que es culpable? Si lo es, se entiende su estrategia. Si no lo es, no es más que otra torpeza.


2 comentarios:

Dyhego dijo...

Vi cinco minutos del vídeo y se me saltaron las lágrimas. ¡Cuánta ternura! ¡Esa pobre mujer, tan tradicional, parece mentira, que confía ciegamente en su marido; que va a trabajar y no piensa nada más que en volver a su casa para ocuparse de los niños, darles la merienda y eso!
Por cierto, si tiene un 50% de una empresa y no se entera de lo que se hace allí ¿en su trabajo de la Caixa actuará igual?

Ya le digo, todavía me duran las lágrimas.

Er Tato dijo...

Sí, a mí también me pareció enternecedora la parte en la que describía un día cualquiera en su vida: desayunar en familia, llevar a los niños al cole, ir un rato a trabajar, recogerlos del cole... Vamos, como cualquier otra mujer trabajadora.

Saludos