martes, 2 de febrero de 2016

De amígdalas y cíngulos

Curioseando esta mañana la prensa me topé con un curioso artículo encabezado por un titular que rezaba "Tus genes deciden si eres de izquierdas o de derechas". Con un aperitivo así, cómo resistirse a desayunárselo y encontrar por fin una justificación a este liberalismo de izquierdas que me aqueja.

Pero mi gozo en un pozo y la primera en la frente. ¿Creen ustedes que quienes desean un Estado cuanto mayor mejor, que cubra cualquier contingencia que pueda padecer el individuo, que controle la economía y las decisiones individuales de los ciudadanos lo hacen porque tienen una mayor  capacidad de aceptar la incertidumbre y de adaptarse a situaciones novedosas? ¿Y que quienes prefieren un Estado más pequeño, que interfiera lo menos posible en las libertades individuales y que impulse la libre competencia en los mercados lo hacen porque son más temerosos y exageran los riesgos?

Pues más o menos eso dice el artículo, que los conservadores son más miedosos y tienen aversión al riesgo por no sé qué problema en la amígdala cerebral y que los progresistas aceptan mejor la incertidumbre por alguna historia del cíngulo anterior. A ver si ahora va a resultar que Alberto Garzón o Monedero son más de derechas que el grifo de agua fría y la Esperanza Aguirre una peligrosa comunista.

A lo mejor los unos y la otra debieran revisarse la amígdala y el cíngulo, porque lo que es uno, se ha quedado igual que antes de leer esa tontería de artículo. Pero eso sí, no me negarán que conseguir que te paguen por escribir tal gilipollez no tiene su mérito.   

¡Mira que seguir confundiendo a estas alturas conservadores con derecha y progresistas con izquierda...!

4 comentarios:

Juanma dijo...

Si ya empezamos diciendo que los Kennedy son progresistas...

Estos estereotipos tan trasnochados (allá quien los siga considerando) sólo se cumplen con el Real Betis Balompié, donde es evidente que sólo están los equivocados y los buena gente. ¿No le parece a usted, querido tabernero?

Un abrazo.

Dyhego dijo...

Este tipo de explicaciones "científicas" son tan ridículas como aquellas teorías decimonónicas que pretendían descubrir a un asesino por el tamaño del cráneo, o aquella teoría de los humores para clasificar a los individuos. Algo tan acientífico, que da risa.
Desde luego, ese "escribidor" tiene mérito al conseguir que le paguen por redactar chorradas.
¿Y qué me dice usted del éxito que ha tenido la expresión "lo llevo en el adn" (los más cools dirían dna, of corse)? Lo de ser actriz lo llevo en el adeene, dice menganita. Lo de bailar lo llevo en los genes, dice menganito. Como antes se decía, lo llevo en la sangre, que queda "démodé".

Ponga usted una manzanilla. (Por cierto, ayer pasé por el Mercadona y me compré una botella de idem).
Le dejo el dinero en la barra, quédese con el cambio, que llevo prisa.

Er Tato dijo...

Pues sí, Juanma, los béticos debemos tener alguna cosa rara en el cíngulo o en el zolocotroco, pero qué le vamos a hacer, el que nace lechón muere cochino.

Un abrazo

Er Tato dijo...

A mí, más que el análisis pseudocientífico, lo que más me ha llamado la atención -y lo que ha motivado que escriba la entrada-, es esa identificación "conservador/aversión al riesgo/derecha" y "progresista/echao palante/izquierda". Si al progresista no le asusta la incertidumbre, ¿por qué esa obsesión por un Estado elfantiásico que mantenga protegido al ciudadano de todo riesgo? Resulta obvio que este juego de etiquetas es absolutamente falaz e inútil, pero a los políticos les funciona porque facilita la elección a los simples y crea fans incondicionales y acríticos.

Ahí va esa manzanilla. Y recoja su dinero, que está usted invitado.

Saludos