jueves, 16 de abril de 2015

Del afán liberticida y otras transversalidades...

De la prostitución ya hemos hablado por aquí en varias ocasiones. Porque hablar de prostitución no es sólo hablar de sexo y vicio, sino también, y sobre todo, de libertad individual.

Sobre su posible regulación, una ha dicho que va contra la dignidad de las personas, y otra que no cuenten con ella para mercadear con los derechos de las mujeres ni con sus cuerpos, que las mujeres son ciudadanas de pleno derecho.

Para que nadie tenga la tentación de desvirtuar el debate, quede claro desde el principio que hablamos, ellas y yo, de prostitución voluntaria. Y también que, aunque algunos en su ignorancia hablen de legalizarla, la prostitución no es un delito en nuestro país. Fijada pues la premisa del debate, vayamos al asunto.

La señora Botella dice estar en contra de la prostitución arrogándose el derecho de imponer a los demás su concepto de dignidad, como si fuera el único admisible, y calificando implícitamente de indignas a aquellas mujeres que la ejercen. La señora Montón, portavoz de Igualdad del PSOE, dice estarlo porque las mujeres son ciudadanas de pleno derecho, aunque ella piense, curiosamente, que en tal plenitud de derechos no debe quedar incluido uno de los más elementales, el de la libertad individual. Dignidades impuestas -y tal vez impostadas-, y plenitudes incompletas, todo un ejemplo de incoherencia intelectual.

La  cuestión no tendría la menor importancia si se quedara en el simple ejercicio legítimo de la libertad individual de estas dos señoras de expresar su opinión sobre cualquier tema y en una crítica igualmente legítima de este tabernero a su inconsistencia argumental. Pero da la casualidad de que se trata de dos ciudadanas con poder institucional, con capacidad para regular, e incluso legislar en el caso de la señora Montón, sobre el asunto que estamos debatiendo. Y en tal caso, sus opiniones pueden llegar a tener trascendencia sobre las vidas ajenas, lo que debería obligarlas a ser especialmente coherentes en sus trajines intelectuales.

En fin, parece claro que el afán liberticida es transversal, que no entiende de colores.


3 comentarios:

Dyhego dijo...

¿Ha leído usted la novela "Pantaleón y las visitadores" de Mario Vargas Llosa?
Yo obligaría a léersela a estas dos señoras, suponiendo que sepan leer, claro está.
Salu2, don Tato.

Er Tato dijo...

Sí, aún recuerdo el nombre de la misión que le encargaron a Pantaleón: Servicio de Visitadoras para Guarniciones, Puestos de Frontera y Afines.

Para que después digan con los eufemismos son cosas de la modernidad...

Pero vamos, que como diría mi admirado Sabina, a estas dos lo que les pasa es que están mal follás. Y ahora vendrá alguien a decirme que soy un machista asqueroso por decir eso... Pues vale.

Saludos

Er Tato dijo...

Si a alguien le interesa el asunto, le recomiendo el capítulo 5 de la tercera temporada de Borgen, una serie danesa altamente recomendable para aquellos a los que le interese la política.

Saludos