lunes, 23 de junio de 2014

El mundo del revés...

Que a muchos empresarios no les gusta la libertad ni algunas de sus manifestaciones económicas como el libre mercado, es algo que ya planteó Milton Friedman hace muchos años -"Todo empresario está a favor de la libertad de todos los demás, pero cuando se trata de él la cuestión cambia. Él es siempre el caso especial. Él debería tener privilegios específicos del Gobierno: una aduana, esto, aquello…"-, y que hemos repetido por aquí en varias ocasiones.

Y para muestra, todo un presidente de una asociación de empresarios pidiendo al Estado que prohíba construir más hoteles en Granada. Al parecer, los que hay no son rentables, y la solución que propone el artista no es que sean los clientes quienes, en el uso de su libertad de elección, decidan cuáles deben sobrevivir, sino que sea el Estado quien limite la oferta por ley a los que ya están.

Cabría preguntarse por qué este señor pide tal privilegio. Si es público y notorio que los que ya están no son rentables, ¿qué empresario en su sano juicio pretendería invertir su dinero abriendo un nuevo hotel? Y siendo así, ¿para qué pedir la prohibición de aquello que de manera natural no debiera producirse?

La respuesta es tan obvia que debería causar sonrojo al presidente de los hoteleros granadinos. Si se pide tal prohibición es porque existe el temor real de que se abran nuevos establecimientos hoteleros, y dado que a los empresarios lo que menos les gusta es perder su dinero, parece evidente que hay quienes piensan que son capaces de ofrecer a los clientes que visiten Granada un servicio rentable y de calidad, algo que, por lo visto, no parecen ser capaces de ofrecer los que piden el privilegio de que papá Estado proteja su ineptitud a costa de que los clientes paguen más por aquello por lo que podrían pagar menos.

Una vez más, queda claro que es el consumidor el único perjudicado por la ausencia de libre mercado. Por eso resulta tan llamativo que la mayor parte de los ciudadanos pidan a gritos el intervencionismo del Estado en la economía, o que desbarren contra los empresarios por suponerlos defensores a ultranza del libre mercado. 

Nos aplaudimos en nuestra propia cara y nos quedamos tan panchos...


2 comentarios:

Dyhego dijo...

Perdón. No leí bien.
Eso sería inflar los precios fraudulentamente ¿no?
Ponga usted otro cortado, por favor, que me espabile.

Er Tato dijo...

Pues más o menos. Si se limita la oferta, los oferentes pueden manipular el precio, la calidad y cantidad de los servicios, etc..., porque el consumidor tiene limitada su elección.

Ahí va otro cortado, pero a este paso te va a costar dormir esta noche.

Saludos