Sobre mi posición respecto del derecho a decidir de Cataluña ya me he retratado en varias ocasiones. Y quede claro que la mía no es una posición jurídica -la Constitución dice sobre el sujeto del derecho a decidir lo que dice, y poco se puede añadir-, sino una convicción personal.
Pero hoy no quería reiterar lo ya dicho, sino subrayar la indigencia intelectual de algunos independentistas. Se puede tener el convencimiento, no sólo jurídico -que ése, de momento, es indiscutible-, sino también personal y democrático, como la tiene el señor Margallo y muchos millones de españoles, de que quienes tienen que decidir la separación de Cataluña de España deben ser todos los españoles. O se puede tener la convicción de que el derecho a decidir corresponde al conjunto de ciudadanos que aspiran a separarse del resto del Estado.
Cualquiera de esas posiciones es respetable si se defiende pacífica y democráticamente, pero lo que resulta verdaderamente patético es defender ambas simultáneamente dependiendo de si juegas en casa o fuera de casa. Y eso es lo que hizo ayer el inefable Tardá en la Comisión de Asuntos Exteriores cuando el ministro Margallo le preguntó si estaría dispuesto a reconocer a Tarragona el derecho a escindirse de una hipotética República Catalana. Y claro, dijo que no.
Pero hoy no quería reiterar lo ya dicho, sino subrayar la indigencia intelectual de algunos independentistas. Se puede tener el convencimiento, no sólo jurídico -que ése, de momento, es indiscutible-, sino también personal y democrático, como la tiene el señor Margallo y muchos millones de españoles, de que quienes tienen que decidir la separación de Cataluña de España deben ser todos los españoles. O se puede tener la convicción de que el derecho a decidir corresponde al conjunto de ciudadanos que aspiran a separarse del resto del Estado.
Cualquiera de esas posiciones es respetable si se defiende pacífica y democráticamente, pero lo que resulta verdaderamente patético es defender ambas simultáneamente dependiendo de si juegas en casa o fuera de casa. Y eso es lo que hizo ayer el inefable Tardá en la Comisión de Asuntos Exteriores cuando el ministro Margallo le preguntó si estaría dispuesto a reconocer a Tarragona el derecho a escindirse de una hipotética República Catalana. Y claro, dijo que no.
6 comentarios:
¿Dónde está el famoso "seny"?
Salu2, don Tato.
Típicos tópicos, tópicos típicos...
Saludos
Lo dicho, una cosa es predicar y otra dar trigo, que decimos por aquí.
Y lo que dice el pueblo lo digo yo.
Bienvenida a la taberna, Helena. No recuerdo haberte visto por aquí, así que a la primera, como ya es costumbre, invita la casa.
Saludos
Y lo que dice el pueblo lo digo yo... porque ya procuraré yo que el pueblo diga lo que a mí me interese.
Besos
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