Los hechos, tal y como el propio protagonista los ha narrado, no sin una cierta y llamativa imprecisión. Tenía 21 años, era estudiante y no tenía un duro, así que su familia -su padre está procesado por haber ingresado sobre las mismas fechas casi 200.000 euros con este asuntillo de las tarjetas black- le presta 60.000 euros para comprarse una vivienda protegida sobre plano. Cuando se termina de construir la vivienda en 2010, da la entrada y se subroga sin mayores problemas en una hipoteca de casi 100.000 euros ganando 480 euros al mes con una beca. Pocos meses después, obtiene unas ganancias patrimoniales de 20.000 euros sobre una inversión de 60.000 euros, o sea, un rendimiento de casi un 50% anual.
En principio, a mí, salvo lo del padre y que se haga negocio con una vivienda protegida, todo me parece normal y nada reprochable. Alguien consigue recursos financieros para comprar una vivienda sobre plano y la vende más cara cuando se termina de construir, obteniendo así un beneficio tras haber asumido un cierto riesgo. Más o menos lo que han hecho miles de españoles durante la burbuja inmobiliaria.
Por contra, a quienes no les parece bien esa forma de actuar es al señor Espinar -que incluso ha participado en algún debate de nombre tan pomposo como "El saqueo de la vivienda pública en la Comunidad de Madrid"-, y a su formación política, que la han criticado hasta la saciedad. Por eso no se entiende que hayan salido en tromba diciendo aquello de la máquina del fango y movilizando a las redes sociales. ¿Qué máquina del fango? Si lo que ha contado la prensa es cierto, y lo es porque el interesado lo ha admitido en lo fundamental, no se entiende esa reacción. Salvo que el listón ético de quienes decían venir a la política para regenerarla sea una mera pose. El problema de pretender erigirse en referencia moral del comportamiento político es que mantener la coherencia es muy sacrificado e incómodo, pero es lo que hay. O se es coherente o te conviertes en un mierda más.
Por cierto, espero que el señor Espinar haya declarado la ganancia patrimonial que obtuvo en el ejercicio 2011 en su declaración del IRPF. Por aquello de que el modelo de Estado que defienden necesita impuestos, muchos impuestos para, entre otras cosas, construir viviendas sociales que terminen con la especulación de un bien de primera necesidad, según dicen defender. Yo, por si acaso, y como les gusta tanto esto de las redes sociales y la transparencia, le he pedido que haga pública su declaración del IRPF de aquel ejercicio. Si me contesta, ya les contaré a ustedes.
En principio, a mí, salvo lo del padre y que se haga negocio con una vivienda protegida, todo me parece normal y nada reprochable. Alguien consigue recursos financieros para comprar una vivienda sobre plano y la vende más cara cuando se termina de construir, obteniendo así un beneficio tras haber asumido un cierto riesgo. Más o menos lo que han hecho miles de españoles durante la burbuja inmobiliaria.
Por contra, a quienes no les parece bien esa forma de actuar es al señor Espinar -que incluso ha participado en algún debate de nombre tan pomposo como "El saqueo de la vivienda pública en la Comunidad de Madrid"-, y a su formación política, que la han criticado hasta la saciedad. Por eso no se entiende que hayan salido en tromba diciendo aquello de la máquina del fango y movilizando a las redes sociales. ¿Qué máquina del fango? Si lo que ha contado la prensa es cierto, y lo es porque el interesado lo ha admitido en lo fundamental, no se entiende esa reacción. Salvo que el listón ético de quienes decían venir a la política para regenerarla sea una mera pose. El problema de pretender erigirse en referencia moral del comportamiento político es que mantener la coherencia es muy sacrificado e incómodo, pero es lo que hay. O se es coherente o te conviertes en un mierda más.
Por cierto, espero que el señor Espinar haya declarado la ganancia patrimonial que obtuvo en el ejercicio 2011 en su declaración del IRPF. Por aquello de que el modelo de Estado que defienden necesita impuestos, muchos impuestos para, entre otras cosas, construir viviendas sociales que terminen con la especulación de un bien de primera necesidad, según dicen defender. Yo, por si acaso, y como les gusta tanto esto de las redes sociales y la transparencia, le he pedido que haga pública su declaración del IRPF de aquel ejercicio. Si me contesta, ya les contaré a ustedes.
3 comentarios:
¡¡Hombre...me suena tela tu cara!!
Un abrazo.
Afueraparte, una anécdota paralela al asunto del que nos hablas: estando Lola y yo en el despacho del señor notario, esperándolo, para firmar la hipoteca de nuestro piso, nos dijo el de la inmobiliaria (con cara de reptil) lo siguiente: "habéis tenido suerte, la próxima promoción de pisos costará el doble". Y así fue, el bloque de pisos que dista del mío diez metros, y que son idénticos, costó el doble a sus propietarios en el plazo de un año. ¡¡Qué tiempos aquellos!!
¡¡Y a mí la tuya y tus gayumbos...!! ;-)
Un abrazo
Publicar un comentario