domingo, 13 de noviembre de 2016

Invita la casa. Hoy: guardería de adolescentes

Leía ayer en la prensa una entrevista a una experta en educación. Sí, ya sé que ahora, los expertos en educación y pedagogía abundan, que cada uno cuenta su teoría y que los demás nos adherimos a una u otra según encaje más o menos con nuestra opinión, ideología o experiencia vital. Y como yo no voy a ser menos, aquí les dejo algunos pasajes de esa entrevista que dice cosas que se adecuan bastante a mi opinión, mi ideología y mi experiencia vital.

"...en el Estado del bienestar, los alumnos no sienten la urgencia de antes de estudiar para sobrevivir social y económicamente, y tampoco los padres ven así la situación. Segundo, con el Estado del bienestar se han difundido teorías permisivas en la educación que dicen que los profesores deben aceptar que no haya tanta disciplina en clase. Se dice que el aprendizaje debe ser divertido y, si no es así, los alumnos están en su derecho de rechazarlo. Esas teorías son negativas para todos, pero sobre todo para los que aprenden menos en su casa. Finalmente, esos factores han llevado a que no sea tan gratificante ser profesor, con lo cual los estudiantes más inteligentes e idóneos para ser profesores se dirigen hacia otras profesiones."

"Sin conocimientos previos sobre el mundo y sin un vocabulario que vaya más allá de las 500 palabras e incluya las abstractas, los chicos no entienden ni el telediario. No sólo es que se sientan aislados del resto de la sociedad, es que lo están. A su vez, eso lleva a que todas las noticias les lleguen de sus compañeros en el barrio y eso da por resultado una tendencia a juzgar todo desde la perspectiva del círculo inmediato de amigos y conocidos."

"La cultura de la casa es muy importante y más importante que el nivel socioeconómico. El ejemplo de los chinos en Occidente no cuaja con la visión de algunos partidos políticos de que todo depende del nivel económico y no del respeto por la educación y de la voluntad de los alumnos y de sus padres."

Por supuesto, pueden leerla aquí. Si quieren, claro.


2 comentarios:

Juanma dijo...

Lo de los padres que saben de educación, pedagogía o como quieran llamarlo más que los profes de sus hijos es algo que servidor sufre todos los días. Bueno, rectifico: no lo sufro porque paso de ellos totalmente, pero sí es algo que sencillamente veo cada mañana.

¿Estudiar tiene que ser divertido? Bueno, pues sí, pues vale. Tanto estudiar como cualquier otra actividad es mejor si es divertido. Pero esto es como aquello de que el cliente siempre tiene la razón. Que digo yo que la tiene hasta que deja de tenerla alguna vez, ¿no? Pues eso, que a lo mejor hay un momento, o varios, o muchos en los que estudiar ni es divertido ni tiene por qué serlo. Nunca me lo pasé bomba estudiando a Platón ni fue un jijijaja continuo, pero cuánto no le debo yo a ese hombre.

Mi amigo Manuel, profe de Filosofía harto de ser profe de Filosofía, siempre me dice que sus alumnos no lo entienden porque la materia sea árida o abstracta, sino porque no entienden las palabras que usa en sus explicaciones, no conocen su significado.

Y mi pequeño Domingo, al ser un niño que apenas comete faltas de ortografía, ya tiene mucha ventaja sobre muchos de sus compañeros. Casi media carrera en el bolsillo le pronostico. No me quejo, por cierto, de que traiga deberes escolares a casa. Me quejo de que es un flojo...el niño este :)

Un fuerte abrazo.

Er Tato dijo...

¡Ay, querido Juanma! Yo no termino de entender a esos padres que, teniéndose que ganar el pan con el sudor de su frente, no intentan inculcar a sus hijos, desde pequeñitos, la cultura del esfuerzo. Seguramente lo hacen por amor, pero es que hay amores que matan. Sin esa cultura del esfuerzo, ahí fuera sólo serán carne de cañón.

El otro día leí una entrada de un blog que sigo y que me recordó una anécdota que nos ocurrió a Lola -mi Lola-, y a mí. Mi hijo aprendió a leer muy pequeño, hasta el punto de que en la guardería, la profesora lo ponía a leerle cuentos a los demás niños para tenerlos entretenidos. Y a él le encantaba. Cuando entró en el colegio, un psicopedagogo -o algo así-, nos "riñó" porque, nos dijo, a los niños hay que dejarlos a su aire y no era conveniente forzarlos y que no era normal que el niño tuviera ese nivel de lectura y ese vocabulario a esa edad. Por supuesto, no le hicimos ni puñetero caso. Entre otras razones, porque era el propio niño el que me esperaba con un lápiz y un cuaderno en la mano tras la puerta, con poco más de 2 añitos, cuando intuía que iba a llegar a casa del trabajo para que le enseñara a escribir.

Un abrazo