En esta taberna ya se ha hablado largo y tendido sobre la brecha salarial. La primera vez hace casi doce años. Pero seguimos igual.
Se sigue hablando de brecha salarial entre hombre y mujer como una consecuencia más de la discriminación por razón de sexo, como el resultado de pagar menos a la mujer por el simple hecho de ser mujer. Y no, los datos no dicen eso. Con los datos disponibles actualmente, no se puede concluir tal cosa. ¿Existe brecha salarial? Evidentemente sí. ¿Está causada por una discriminación directa por parte del empresario en razón del sexo del trabajador? La evidencia existente dice que no. Lo he dicho a lo largo de estos doce años. Y no hace mucho, alguien lo explicó mucho mejor que yo.
Y ahora llega Vox y dice algo parecido. Eso sí, lo dice con un estilo bastante inapropiado, en un tono chulesco y mezclando churras con merinas. Pero lo dice. Dice, básicamente, que no existe brecha salarial entendida como el resultado de una discriminación directa por razón de sexo. Que las diferencias salariales se deben, básicamente, a elecciones vitales propias de la mujer, unas voluntarias y conscientes y otras impuestas por su entorno o sus circunstancias.
Eso es lo que dice en el fondo. Pero lo dice de forma tan chabacana que les ha puesto a huevo a sus detractores la crítica y el cachondeo. Y sus detractores no necesitan gasolina para encenderse. Si ni siquiera son capaces de entender que todos los informes que enarbolan no dicen lo que ellos dicen que dicen, ¿cómo se les va a pedir que lean la proposición no de ley de Vox quedándose con el fondo y no con la forma?
Porque lo importante no debiera ser machacar al contrario desde una supuesta superioridad moral, sino acertar con la causa última de la brecha salarial entre mujeres y hombres. Sólo así se podrán adoptar medidas eficaces para combatirla. Empeñarnos en que la causa principal del problema es la maldad del empresario, que paga a la mujer menos que al hombre por el simple hecho de ser mujer, puede servir para presumir de la bonhomía propia y subrayar la vileza del contrincante político, pero no resolverá el problema.
Un problema que, sin duda, existe y es real.
Se sigue hablando de brecha salarial entre hombre y mujer como una consecuencia más de la discriminación por razón de sexo, como el resultado de pagar menos a la mujer por el simple hecho de ser mujer. Y no, los datos no dicen eso. Con los datos disponibles actualmente, no se puede concluir tal cosa. ¿Existe brecha salarial? Evidentemente sí. ¿Está causada por una discriminación directa por parte del empresario en razón del sexo del trabajador? La evidencia existente dice que no. Lo he dicho a lo largo de estos doce años. Y no hace mucho, alguien lo explicó mucho mejor que yo.
Y ahora llega Vox y dice algo parecido. Eso sí, lo dice con un estilo bastante inapropiado, en un tono chulesco y mezclando churras con merinas. Pero lo dice. Dice, básicamente, que no existe brecha salarial entendida como el resultado de una discriminación directa por razón de sexo. Que las diferencias salariales se deben, básicamente, a elecciones vitales propias de la mujer, unas voluntarias y conscientes y otras impuestas por su entorno o sus circunstancias.
Eso es lo que dice en el fondo. Pero lo dice de forma tan chabacana que les ha puesto a huevo a sus detractores la crítica y el cachondeo. Y sus detractores no necesitan gasolina para encenderse. Si ni siquiera son capaces de entender que todos los informes que enarbolan no dicen lo que ellos dicen que dicen, ¿cómo se les va a pedir que lean la proposición no de ley de Vox quedándose con el fondo y no con la forma?
Porque lo importante no debiera ser machacar al contrario desde una supuesta superioridad moral, sino acertar con la causa última de la brecha salarial entre mujeres y hombres. Sólo así se podrán adoptar medidas eficaces para combatirla. Empeñarnos en que la causa principal del problema es la maldad del empresario, que paga a la mujer menos que al hombre por el simple hecho de ser mujer, puede servir para presumir de la bonhomía propia y subrayar la vileza del contrincante político, pero no resolverá el problema.
Un problema que, sin duda, existe y es real.
1 comentario:
Empeñarnos en que la causa principal del problema es la maldad del empresario, que paga a la mujer menos que al hombre por el simple hecho de ser mujer,
El empresario que haga eso, además de malvado es tonto. Por qué podría reducir mucho los costes salariales contratando solamente mujeres.
Si yo fuese empresario y fuese verdad que las mujeres ganan menos por el mismo trabajo, solamente contrataría mujeres y conseguiría reducir muchos los costes salariales. Parece ser que esos empresarios que contratan hombres (aunque fuese sólo de vez en cuando) o son masoquistas o son idiotas.
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