Leía esta mañana un artículo de un miembro de la Asociación de Profesores de Instituto de Andalucía (APIA) con el que me he sentido absolutamente identificado. Quizás porque dice cosas como ésta:
"No parece difícil comprender el rechazo que las reválidas provocan en los alumnos, para los que supone un obstáculo. Pero sus familias, especialmente las de peor situación sociocultural y los partidos que dicen representarlas, deberían plantearse que unos títulos académicos devaluados significan simplemente una estafa. Sus hijos no tienen más armas que el esfuerzo y el mérito para mejorar su posición laboral y social; si estas armas no sirven, el origen, el dinero o los contactos serán aún más determinantes."
...que se parece demasiado a esta otra que escribí ¡hace ya casi diez años!:
"Una pésima formación humana y académica, el desprecio hacia la necesaria autoridad de los educadores por considerarla un valor reaccionario y, en suma, la inacción en la exigencia a nuestros jóvenes de sus obligaciones, a quienes más perjudica es precisamente a los menos favorecidos. Igualar a todos en la mediocridad es impedir al desfavorecido que use lo único que le puede permitir progresar: inteligencia y esfuerzo. El rico, el poderoso, el "hijo de papá", aun siendo mediocre, tiene su vida resuelta. El pobre, el humilde, no puede permitirse el lujo de que el sistema, en nombre de un progresismo de plastilina, le iguale por debajo, le deje en el pelotón de los mediocres teniendo capacidad para no serlo."
¡Cómo pasa el tiempo sin que apenas pase nada, sin que nada cambie y parezca distinta la nada...!
"No parece difícil comprender el rechazo que las reválidas provocan en los alumnos, para los que supone un obstáculo. Pero sus familias, especialmente las de peor situación sociocultural y los partidos que dicen representarlas, deberían plantearse que unos títulos académicos devaluados significan simplemente una estafa. Sus hijos no tienen más armas que el esfuerzo y el mérito para mejorar su posición laboral y social; si estas armas no sirven, el origen, el dinero o los contactos serán aún más determinantes."
...que se parece demasiado a esta otra que escribí ¡hace ya casi diez años!:
"Una pésima formación humana y académica, el desprecio hacia la necesaria autoridad de los educadores por considerarla un valor reaccionario y, en suma, la inacción en la exigencia a nuestros jóvenes de sus obligaciones, a quienes más perjudica es precisamente a los menos favorecidos. Igualar a todos en la mediocridad es impedir al desfavorecido que use lo único que le puede permitir progresar: inteligencia y esfuerzo. El rico, el poderoso, el "hijo de papá", aun siendo mediocre, tiene su vida resuelta. El pobre, el humilde, no puede permitirse el lujo de que el sistema, en nombre de un progresismo de plastilina, le iguale por debajo, le deje en el pelotón de los mediocres teniendo capacidad para no serlo."
¡Cómo pasa el tiempo sin que apenas pase nada, sin que nada cambie y parezca distinta la nada...!